Advierten sobre los efectos cardíacos del calor extremo
Por Alejandra Folgarait
El verano es una buena oportunidad para practicar deportes al aire libre, nadar o simplemente caminar. Pero los días de calor extremo, especialmente cuando se prolongan en las llamadas “olas de calor”, ponen al corazón en riesgo. Según un estudio coreano realizado en siete grandes ciudades, dos días de calor intenso aumentan 14% el riesgo de sufrir un paro cardíaco fuera del hospital. Quienes más peligro de muerte súbita corren son los ancianos, pero los cardiólogos advierten que toda la población debe tomar precauciones ante elevadas temperaturas. Se recomienda beber gran cantidad de líquido, comer frutas y verduras frescas, usar ropas livianas y hacer ejercicios en los horarios de menos calor.
La asociación entre la temperatura ambiental y los paros cardíacos sigue una curva de tipo J, con el punto mínimo en 28 grados, de acuerdo con el estudio publicado por Si-Hyuck Kang y sus colegas de la Universidad de Seúl en el International Journal of Cardiology. Los paros cardíacos se producen más frecuentemente a la tarde, entre las 3 y las 5 PM, y afectan más a los ancianos.
“Es un estudio ecológico muy interesante porque analiza la temperatura continua, la duración de las olas de calor y los momentos del día asociados con los paros cardíacos extrahospitalarios”, evalúa Mariano Giorgi, miembro del Consejo Asesor del Consejo de Epidemiología y Prevención vascular de la SAC. “Cuando la temperatura fue muy baja o muy alta y se extendió entre 2 y 6 días, se observó que la mortalidad por paro cardíaco era mayor”, apunta el cardiólogo argentino. “Este estudio refuerza la necesidad de una vigilancia más enfática sobre los pacientes, para prevenir eventos cardiovasculares”.
Las olas de calor han aumentado su frecuencia y duración en los últimos tiempos. La probabilidad de que ocurra una ola de calor aumentó entre 50 y 100 veces en las últimas tres décadas, según análisis de la NASA. Durante la ola de calor que afectó al continente europeo en 2003 se produjeron alrededor de 70.000 muertes prematuras. Se estima que la mitad de las muertes excesivas por calor son de origen cardiovascular.
Los pacientes cardíacos deberían tomar especiales recaudos en días de calor extremo, ya que hay evidencias de que los mecanismos termorregulatorios están alterados en ancianos, hipertensos, diabéticos y en quienes padecen insuficiencia cardíaca. Las temperaturas por encima de los 32 grados pueden desencadenar infartos en quienes ya han padecido un evento cardiovascular. En quienes sufren insuficiencia cardíaca, se ha observado un aumento del 10% en el BNP y del 20% en la proteína C reactiva cuando la temperatura sube 12 grados centígrados por encima del promedio habitual y se mantiene así durante tres o cuatro días.
“Cuando se emiten alertas naranjas o rojas, la población debe tomar las precauciones aconsejadas por el Ministerio de Salud de la Nación”, subraya Giorgi. En particular, dice el cardiólogo, hay que hidratarse frecuentemente y no practicar deportes al aire libre entre las 11 y las 17 horas durante las olas de calor.
Los problemas de salud prometen multiplicarse con el calentamiento global. La NASA acaba de anunciar que 2016 marcó un récord de temperatura elevada en los registros meteorológicos. Se trata del tercer año consecutivo en que el planeta experimenta un aumento en la temperatura por encima de sus promedios habituales. Todo indica que el cambio climático continuará disparando los termómetros hacia arriba durante todo el año y que, en el verano, se sentirá con mayor crudeza el calor.
En la actualidad, las muertes por calor extremo varían anualmente entre 650 y 1.300 en los Estados Unidos. Pero, debido al cambio climático, las muertes prematuras por olas de calor ascenderán en el próximo siglo a 27.000 anuales, según un informe basado en evidencias realizado por el gobierno norteamericano.
Desde 2004 se sabe que la temperatura ambiental y la humedad inciden en las hospitalizaciones y consultas por infartos cardíacos y otros problemas cardiovasculares. En tiempos de calor extremo, aumentan los calambres, el agotamiento y los golpes de calor, e incluso la falla renal aguda.
Los expertos advierten que aun pequeñas variaciones en la temperatura pueden tener un impacto negativo sobre la mortalidad. Sin embargo, los epidemiólogos señalan también un efecto de “cosecha” o “desplazamiento de la mortalidad”, por el cual mueren durante la ola de calor algunos individuos que hubieran muerto de todos modos, lo cual genera incertidumbre sobre el efecto real de la temperatura sobre la mortalidad.