COVID-19: El desafío de los pacientes asintomáticos
Mientras el COVID-19 suma casos de a decenas de miles y obliga a reorganizar centros hospitalarios en todas partes, la noticia internacional más comentada de la semana fue el cambio del CDC respecto del uso de máscaras faciales en la población general. Aunque el organismo estadounidense especializado en epidemias destacó que la recomendación es voluntaria y sólo comprende el uso de máscaras caseras, muchos infectólogos protestaron por el riesgo que implica fomentar el uso de dispositivos que no garantizan protección a quienes los portan o que, incluso, puede disparar la demanda de barbijos quirúrgicos y respiradores N95, tan necesarios hoy en Estados Unidos y en el resto del mundo.
En cuanto al Ministerio de Salud de la Nación, se sumó a la recomendación de uso de máscaras caseras en lugares públicos. La OMS y la OPS, por el momento, siguen desaconsejando el uso de barbijos por parte de la población.
“Máscaras sí o no, no hay una respuesta blanco o negro”, apuntó Tedros Sdhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, en conferencia de prensa el 6 de abril. “Las máscaras solas no pueden frenar la pandemia; los países deben continuar encontrando, testeando, aislando y tratando cada caso, y trazar cada contacto”, enfatizó. La OMS continúa recomendando el uso de barbijos quirúrgicos a nivel comunitario sólo para las personas que están enfermas y para quienes las cuidan en los hogares.
Detrás de la controversia de los barbijos, reside un puñado de estudios sobre diseminación (shedding) viral con distinto tipos de máscaras, como el publicado en Nature Medicine, y otros trabajos científicos que muestran porcentajes cada vez más altos de pacientes asintomáticos o, como empieza a decirse oficialmente, “presintomáticos”, ya que se espera que buena parte de ellos desarrollen síntomas aunque no los tengan en el momento de ser testeados.
Si bien algunos estudios hablan del 50% de asintomáticos, el consenso se aproxima más al 25%. Estas personas, portadoras del SARS-CoV-2, no presentan tos severa ni fiebre, pero pueden transmitir el nuevo coronavirus en ciertas condiciones, que van desde el contacto con otras personas y superficies hasta formas todavía no claras de transmisión, como la aerosolización de partículas virales con la respiración y el habla.
El desafío de los asintomáticos está creciendo en la Argentina, donde hasta el momento no se realizan testeos rápidos al azar, aunque sí se está ampliando el número de laboratorios que hacen diagnóstico de COVID-19 por PCR en todo el país. Según comunicó en Twitter el ministro de Salud de CABA, Fernán Quirós, un estudio realizado sobre viajeros que retornaron del exterior y fueron aislados en hoteles porteños, mostró que, entre el día 7 y 9 del regreso, 3,7% era positivos para coronavirus. El 70% de ellos, sin embargo, no presentaba síntomas. “El porcentaje de personas asintomáticas es muy significativa”, tuiteó Quirós el 4 de abril pasado. El estudio no ha sido publicado.
Situación cambiante
En este contexto incierto, ¿cuál es la prevalencia del nuevo coronavirus? Nadie lo sabe con certeza, pero un estudio de Neil Ferguson y su grupo de epidemiólogos en el Imperial College, de Londres, estimó la cantidad de población infectada en 11 países europeos. Mientras en España, al 28 de marzo pasado, era del 15%; en Italia era del 9,8%; y en Gran Bretaña, del 2,7%, afirmaron los investigadores. Aunque estos cálculos fueron tomados con pinzas por muchos expertos, permitieron tomar decisiones políticas respecto del distanciamiento social y otras medidas no farmacológicas que parecen estar dando resultados en cuanto al aplanamiento de la curva epidemiológica.
La utilización de tests para detectar antígenos (proteínas del virus) en hisopados y para identificar anticuerpos (IgM. IgG) en sangre permitirá, cuando estén validados, aclarar mejor la situación de la población de cada lugar.
El primer test de anticuerpos aprobado en situación de emergencia por la FDA en Estados Unidos, se anticipa, permitirá saber cuán extendida está la infección en la población y, también, determinar quién puede donar plasma a pacientes. Pero no todos los tests de anticuerpos funcionan bien, advirtieron autoridades sanitarias de España y Gran Bretaña, país que se embarcó en un gigantesco plan de testeo después de varios tropiezos.
En cuanto a la mortalidad y hospitalizaciones, un nuevo estudio del Imperial College sobre más de 70.000 casos confirmados y leves en China calculó la letalidad general en 1,38%, con grandes variaciones según la edad y mayor riesgo después de los 60 años. Si se toman en cuenta casos confirmados y no diagnosticados, la mortalidad baja a 0,66%.
Según publicaron Neil Ferguson y sus colegas en The Lancet Infectious Diseases, 3,3% de los mayores de 60 años infectados con el SARS-CoV-2 puede morir. El grupo etario también influye en la necesidad de hospitalización de los pacientes con COVID-19. Según una estimación elaborada por los epidemiólogos británicos (ver gráfico abajo), las hospitalizaciones se duplicarán en el grupo de 50 a 59 años respecto del de 40-49 años (8,2% vs. 4,3%). Aproximadamente 1 de cada 5 mayores de 80 años necesitarán internación, comparados con 1% de los menores de 30 años.
Todavía no es clara la dosis de exposición al virus necesaria para enfermar severamente por COVID-19. Por el momento, los médicos se centran en la disponibilidad de camas de terapia intensiva y ventiladores, un recurso escaso en todo el mundo. Como señalaron expertos de la SAC en un reciente webinar, los médicos también se enfocan en entrenarse en el manejo de pacientes con distrés respiratorio agudo y en la generación de espacios diferenciados para atender pacientes con y sin COVID-19.
La situación epidemiológica continúa siendo muy dinámica y los cardiólogos argentinos la siguen de cerca, ya que los infartos y descompensaciones cardíacas probablemente siguen ocurriendo en los niveles habituales pero los pacientes cardiovasculares consultan menos en la actual situación pandémica, advierten los especialistas de la SAC.
Proporción de personas con COVID-19 que necesitarán hospitalización, por edad*
Por Alejandra Folgarait