Estrés laboral y bajos ingresos aumentan el riesgo cardiovascular en personas con bajo nivel educativo
La época de fiestas son ocasiones para el festejo pero también abren las puertas al estrés acumulado durante los 12 meses previos. A fin de año eclosionan situaciones de estrés que, en un contexto de bajos ingresos e incertidumbre económica como el actual, pueden asociarse con problemas cardiovasculares.
Se sabe que un bajo nivel educativo se asocia con morbimortalidad cardiovascular. Ahora, un nuevo estudio danés, que incluyó a casi 1,6 millones de personas, reveló que el estrés laboral prolongado y los bajos ingresos inciden en esta asociación entre la educación y las enfermedades cardíacas y el accidente cerebrovascular.
El análisis de los datos de esta enorme cohorte de empleados sanos de entre 30 y 59 años mostró que el estrés laboral y los bajos ingresos pueden explicar entre el 21 y el 54% el riesgo aumentado de padecer una enfermedad cardiovascular o morir por esta causa.
El nivel educativo de las personas sin antecedentes parece ser clave en la capacidad cardíaca de hacer frente al estrés. Según el estudio publicado en el European Heart Journal, de cada 10.000 personas con bajo nivel educativo, 61 sufrieron una enfermedad cardíaca o un ACV al año. En cambio, de cada 10.000 personas con alto nivel educativo, sólo 34 padecieron los mismos problemas en los siguientes 12 meses. Al tomar en cuenta otras variables –como antecedentes migratorios y edad- quienes tenían un nivel educativo bajo enfrentaban un riesgo 1,6 veces mayor.
Los científicos liderados por Elizabeth Franke también estudiaron el impacto del estrés laboral, los ingresos económicos y la educación en 42.000 pacientes con antecedentes cardíacos o cardiometabólicos (diabetes, obesidad, etc.). Finalmente, hicieron un análisis de los empleados por sexo y encontraron un panorama similar en las mujeres y los varones.
La tensión laboral –la alta demanda unida al bajo control en el trabajo- aumentaron el riesgo cardiovascular tanto como los bajos ingresos económicos, según los investigadores. Pero ambas variables no fueron tan determinantes en riesgo como el nivel educativo, descubrieron los investigadores dinamarqueses.
El riesgo de morir fue significativamente mayor en quienes no sólo tenían un bajo nivel socioeconómico y educativo sino también en quienes padecían una enfermedad cardiometabólica (diabetes, obesidad, etc). En los hombres con esta condición, el estrés laboral y los bajos ingresos explicaron la mitad del aumento cardiovascular en el grupo de baja educación.
Como la educación es una variable difícil de modificar en la mitad de la vida, los investigadores daneses sugieren que aumentar el sueldo y disminuir el estrés laboral serían dos maneras de reducir el riesgo de muerte cardiovascular en los pacientes con enfermedades cardiometabólicas.
“Los autores daneses no dejan de sorprendernos con sus registros, tan grandes y prolijos metodológicamente, y más allá de que las conclusiones sean, en mayor o menor medida, conocidas por todos”, reflexiona Julio Giorgini, director del Consejo de Aspectos Psicosociales de la Sociedad Argentina de Cardiología.
“Los autores mismos reconocen que sus resultados apoyan lo ya publicado por la European Society of Cardiology en las Guías del 2016 para la Prevención de Enfermedades Cardiovasculares, al decir que el nivel socio-económico bajo contribuye al riesgo de desarrollo de enfermedad cardiovascular y peor pronóstico”, apunta el cardiólogo de la SAC.
Giorgini rememora resultados similares obtenidos previamente en Italia y China. También destaca que, en la Argentina, el Dr. Enrique Garfunkel había mostrado que la crisis socioeconómica del 2001 se había asociado a un aumento de las muertes por causa cardiovascular. De manera similar, la Dra. Sosa Liprandi relacionó en 2011 la disminución del PBI con el aumento de la mortalidad cardiovascular.
“No hay dudas de que no podemos desligar el factor socioeconómico del educacional, y éstos de la salud”, insiste Giorgini. “En una sociedad con menos días de clase, menor calidad educativa, menos años de educación, que valora menos el esfuerzo y más el éxito rápido, en que vivimos hiperconectados, no es raro que los niveles de estrés, ansiedad y depresión sean cada vez más altos”, reflexiona el cardiólogo. “Vivimos en modo estrés crónico, a la defensiva, y sumado al contexto socioeconómico actual, llegamos a este fin de año sin clima navideño ni festivo”.
El especialista de la SAC recomienda que cada persona haga actividad física aeróbica tres veces por semana, se alimente sanamente (frutas y verduras al menos 5 días por semana), duerma 7 u 8 horas diarias y no fume, además de hacer un programa de mindfulness o meditación, “recursos que han demostrado poder relacionarnos mejor con las situaciones estresantes, mejorar la calidad de sueño y la alimentación”, concluye Giorgini.
Por Alejandra Folgarait