¿Existe el síndrome post COVID-19?
Transformada en el epicentro de la pandemia, América Latina cuenta sus camas de terapia intensiva y respiradores. Pero, más allá de la emergencia y el miedo de los pacientes, los problemas cardiovasculares siguen su curso. A la caída inicial en las consultas y las internaciones por infarto de miocardio, confirmadas por el Registro Argen-IAM-ST recientemente, ahora se suman los síntomas persistentes que presentan algunos de quienes padecieron COVID-19 meses atrás. ¿Existe un “síndrome post Covid-19” diferente al que dejan otras enfermedades virales respiratorias?
Muchos pacientes se quejan de palpitaciones, dolor de pecho, disnea, mareos, alteraciones neurocognitivas, hipertensión o fatiga extrema aún tres meses después de haber sido dados de alta de un centro hospitalario. Incluso algunos de los que tuvieron síntomas leves y recibieron un resultado de PCR negativo, padecen síntomas debilitantes y cambiantes, que algunos especialistas atribuyen al efecto inflamatorio del SARS-COV-2 y otros, a las consecuencias habituales de una virosis.
Un reciente artículo publicado en el British Medical Journal hizo un sumario de las manifestaciones de este extraño síndrome post-COVID, también llamado en inglés “long COVID”, que afecta a alrededor del 10% de los pacientes. Los expertos británicos recomendaron reiniciar lentamente el ejercicio físico aeróbico, con caminatas o Pilates, inicialmente.
“El ejercicio cardiovascular intenso debería ser evitado durante 3 meses en todos los pacientes que desarrollaron una miocarditis o pericarditis”, señalaron Trisha Greenhalgh, especialista en atención primaria, y sus colegas británicos. “Los atletas deben descansar entre 3 y 6 meses antes de hacer controles de seguimiento y retomar de acuerdo con su estado funcional, marcadores y ausencia de alteraciones en el ritmo cardíaco”.
Por su parte, el cardiólogo argentino Roberto Peidro, director del Instituto de Ciencias del Deporte de la Fundación Favaloro, también aconseja a quienes han tenido COVID-19 retomar lentamente el deporte recreativo, con caminatas o bicicleta, y realizar una consulta cardiológica antes de retomar la actividad física, para evaluar la conveniencia de un electrocardiograma o ecocardiograma, dependiendo del grado de enfermedad padecida.
Impacto cardiovascular
La enfermedad cardíaca durante la etapa aguda del COVID-19 ofrece un pronóstico sombrío en los pacientes internados. De ahí que los cardiólogos se enfoquen en las arritmias, miocarditis, miocardiopatíaspor estrés (síndrome de Takotsubo), muertes súbitas y pericarditis que sufren algunos pacientes con COVID-19, y en resolver las emergencias durante el pico de la pandemia.
Según una reciente revisión de Nature, quienes tienen antecedentes cardíacos y factores de riesgo como diabetes, hipertensión y obesidad tienen más probabilidades de morir en la fase aguda de la enfermedad. Un flamante meta-análisis de 21 estudios observacionales con más de 77.000 pacientes de Estados Unidos, Europa y Asia, publicado en PLOS ONE, confirma que tener comorbilidades cardiovasculares o factores de riesgo aumenta el riesgo de complicaciones y muerte durante una hospitalización por COVID-19. Pero la inflamación y a hipercoagulabilidad que genera el nuevo coronavirus podrían conducir a tromboembolismos e insuficiencia cardíaca también a largo plazo, teorizan algunos especialistas.
“La afección cardiovascular en sus diferentes manifestaciones es central a la hora de comprender el modo de acción del virus, y la forma de muerte de muchos de los pacientes”, señalaron el cardiólogo Alberto Fernández y sus colegas argentinos en una revisión publicada en el último número de la Revista Argentina de Cardiología.
Los autores argentinos de la revisión estiman que se produce injuria miocárdica –evidenciada por la elevación de troponina- en 20 a 30% de los casos hospitalizados por COVID-19. Pero algunos cardiólogos de países que ya pasaron la primera ola de la pandemia advierten que hay que mirar también al día después del COVID-19, ya que las secuelas cardíacas podrían ser más duraderas de lo que hoy se cree.
Dudas sobre secuelas
Las consecuencias tardías del COVID-19 comienzan a aflorar no sólo a nivel respiratorio sino también neurológico y cardiovascular. Aunque no hubieran tenido síntomas graves, entre 60 y 78% depacientes con COVID-19 mostró inflamación e injuria miocárdica después de dos meses del diagnóstico, según un estudio realizado en la Universidad de Frankfurt con resonancia magnética cardíaca.
“Hay que prestarle atención a este estudio pero no alarmarse”, evalúa Peidro, asesor del Consejo de Cardiólogía del Ejercicio de la SAC. “Es un estudio con imágenes en solo 100 pacientes y sería temerario decir a partir de esto que el 70% de las personas que han tenido COVID 19 va a padecer insuficiencia cardíaca”, señala el cardiólogo. “Todavía es muy pronto para saber cuáles podrían ser las secuelas a nivel cardíaco del COVID-19”, insiste Peidro.
Coincide Javier Guetta, jefe de Cardiología del CEMIC y uno de los autores de la revisión publicada en la RAC. “No sabemos si habrá secuelas cardiovasculares a futuro, hace falta tiempo para estudiar a quienes tuvieron COVID-19 y, especialmente, a los casos leves, en los que se conoce todavía menos la prevalencia de afectación cardiovascular”. Por lo pronto, dice Guetta, “sabemos que cualquier paciente que haya tenido neumonía grave de la comunidad, puede continuar con síntomas (disnea, fatiga) durante 30 a 60 días después de padecerla. ¿Por qué deberíamos esperar lo contrario en los pacientes con neumonía por SARS-COV-2?”, se pregunta Guetta.
El estudio prospectivo DISCOVER, realizado en Gran Bretaña, mostró que tres cuartos de los pacientes internados por COVID-19 tienen síntomas (que van desde el insomnio a la fatiga) entre 8 y 12 semanas después de darles el alta. Pero los síntomas persistentes se resuelven sin mayores secuelas a nivel pulmonar, según una publicación preliminar de los resultados. En cualquier caso, los investigadores británicos recomiendan un enfoque holístico para la rehabilitación.
En cuanto a los niños, preocupan los casos de síndrome inflamatorio multisistémico posteriores a COVID-19 que se siguen reportando en el mundo. Si bien son relativamente pocos, estos casos de enfermedad similar al Kawasaki revelan que el virus SARS-COV-2 puede tener consecuencias después de la etapa aguda.
Por el momento, hay más dudas que certezas sobre el “long COVID” y el síndrome post-COVID-19. “Ante una enfermedad nueva, lo recomendable es mantener la mente abierta y escuchar a los pacientes; eso nos permitirá conocer y entender esta nueva enfermedad”, concluye Guetta.
Por Alejandra Folgarait