Hacia un marcapasos biológico
Por Alejandra Folgarait
Desarrollar un marcapasos biológico como alternativa al electrónico ya no es un asunto de ciencia-ficción. Cardiólogos norteamericanos reprogramaron células del músculo cardíaco para que se comporten como células generadoras de impulsos eléctricos. Mediante esta terapia genética, lograron normalizar el ritmo cardíaco disminuido por un bloqueo aurículo-ventricular completo en cerdos.
Los latidos del corazón son regulados por un pequeño grupo especializado de células del nodo sinoatrial, una pequeña estructura ubicada en la aurícula derecha. Como un metrónomo, estas células generan impulsos eléctricos que provocan la contracción del corazón 60 a 100 veces por minuto. En los casos de bloqueo cardíaco completo, los estímulos no llegan a las cámaras inferiores (los ventrículos) y el ritmo cardíaco se torna extremadamente lento. La solución es implantar un marcapasos electrónico, un dispositivo que estimula al corazón mediante descargas eléctricas, pero que tiene un costo elevado y que, en el 2% de los pacientes, genera una infección que obliga a su remoción.
Ahora, investigadores del Instituto del Corazón Cedars-Sinai, de Los Ángeles, lograron convertir cardiomiocitos en células sinoatriales mediante la introducción de un gen en el corazón de cerdos que padecían un bloqueo cardíaco experimental. Tras la inoculación del gen TBX18 – que se activa habitualmente durante el desarrollo fetal-, el corazón de los animales recuperó su ritmo normal durante dos semanas.
“Básicamente, creamos un nuevo nodo sinoatrial en una parte del corazón que habitualmente transmite el impulso eléctrico, pero no lo origina”, explicó Eduardo Marbán, director del Instituto del Corazón Cedars-Sinai y líder del estudio. “El nuevo nodo se convirtió en un marcapasos funcional, haciendo innecesario el electrónico”.
El estudio, publicado por la revista Science Traslational Medicine, mostró que la inyección del gen en el ventrículo derecho mediante un catéter es un procedimiento seguro y efectivo. El gen en cuestión fue transportado por un adenovirus, un vehículo que no está exento de riesgos, ya que puede generar inflamación en el lugar de inyección, una infección o la proliferación de múltiples focos sinoatriales en el corazón.
Si bien faltan por lo menos tres años para ensayar esta novedosa técnica de reprogramación cardíaca en humanos, los cardiólogos que la desarrollaron confían en que será útil, en principio, tanto para los pacientes con marcapasos que desarrollan una infección que obliga a extraérselos durante el tratamiento con antibióticos, como para los fetos a los que se les detecta un bloqueo cardíaco mientras están en el útero. A largo plazo, los investigadores norteamericanos apuestan a un reemplazo total de los marcapasos en uso.
“En lugar de tener que implantar un dispositivo metálico que necesita ser reemplazado regularmente y que puede fallar o desencadenar una infección, los pacientes podrían algún día recibir una inyección de un solo gen y quedar curados para siempre del ritmo cardíaco lento”, se entusiasmó Eugenio Cingolani, director de la Clínica de Arritmias Familiares del Instituto Cedars-Sinai.
Actualmente se estudian otras estrategias para generar marcapasos biológicos, ya sea mediante la manipulación de genes vinculados a canales iónicos o a través del implante de células madre. Ninguna de estas técnicas ha sido ensayada con éxito hasta el momento en seres humanos.
Para Sergio Dubner, jefe de Electrofisiología del Sanatorio Los Arcos y de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina, el futuro de la técnica de reprogramación de células cardíacas mediante terapia genética es espectacular, aunque aún está muy lejos. “Los resultados actuales son preliminares; hay que ver si lo que se observa en el laboratorio con animales funciona de igual manera con seres humanos. Si lo logran sería excepcional porque implicaría tratar a un paciente con un método biológico, sin cirugía ni implantes”. Por el momento, dice el experto, lo más avanzado para tratar a los pacientes que tienen arritmias es el marcapasos sin cables, que mide un centímetro y medio, tiene forma de lápiz y se implanta en el corazón. El marcapasos biológico es un sueño que aún debe concretarse fuera del laboratorio.