Impacto de la dieta en las muertes cardiovasculares
Por Alejandra Folgarait
La mitad de las muertes por infarto de miocardio, ACV y diabetes tipo 2 se asocian con la alimentación, según un reciente estudio realizado en los Estados Unidos y publicado en JAMA. El problema es más grave de lo que se cree habitualmente: casi mil estadounidenses mueren cada día por causas vinculadas a una dieta pobre, que podría revertirse con políticas de salud pública que cambien los hábitos de alimentación de la población.
Tras analizar estudios clínicos y epidemiológicos, datos demográficos y encuestas alimentarias, los investigadores encabezados por Renata Micha y Dariush Mozaffarian descubrieron que 45,4% de las 702.308 muertes de adultos causadas por enfermedades cardiometabólicas en el año 2012 estuvieron vinculadas a un consumo subóptimo de 10 alimentos o nutrientes (frutas, vegetales, nueces y semillas, cereales integrales, carnes procesadas y no procesadas, bebidas azucaradas, grasas polinsaturadas, omega 3 procedente de pescados y sodio). Los hábitos que cargan con la mayor culpa son el exceso de consumo de sal, la insuficiente ingesta de nueces y semillas, el alto consumo de carnes procesadas y el bajo de omega 3.
La mortalidad asociada a la dieta fue diferente en distintos grupos. Por ejemplo, los hombres sufrieron más muertes que las mujeres debido a su alimentación. Lo mismo puede decirse de la población con menos educación, cuyas muertes cardiometabólicas pueden atribuirse más a la dieta subóptima que la de los grupos con mayor nivel educativo.
“No se trata sólo de que la dieta estadounidense tenga demasiado de lo malo, sino que también carece de lo bueno”, señaló Renata Micha, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Tufts. “La población de Estados Unidos no come suficientes frutas, verduras, frutos secos, granos integrales, aceites vegetales y pescado”, agregó.
En base a estudios previos, los investigadores determinaron que la ingesta óptima de verduras es de 400 gramos o cuatro porciones diarias (dos cocidas y dos crudas, o cuatro crudas). En cuanto a las frutas, es de 300 gramos o tres porciones. Por ejemplo: una manzana, una naranja y media banana, señalaron los autores del estudio. Respecto del sodio, no se debe consumir más de una cucharadita de sal diaria, de acuerdo a la recomendación de la OMS. Hay que tener en cuenta, además, que el mayor aporte de sodio está en los alimentos procesados.
En un editorial que acompañó el estudio, Noel Mueller advirtió que “la precisión de las estimaciones debe ser interpretada con cautela” debido a los potenciales factores confundidores y las suposiciones del modelo de riesgo utilizado. De todos modos, el experto en epidemiología de la Universidad Johns Hopkins señaló que el estudio es importante para diseñar políticas de salud pública que se dirijan no sólo a la cantidad de alimentos sino también a la calidad consumida por la población.
Coincide la cardióloga y nutricionista Paola Harwicz: “Es difícil hablar de causalidad, pero no tengo dudas del impacto de la nutrición en el riesgo cardiovascular”.
Mozzafarian reconoce las limitaciones metodológicas de su estudio, pero afirma que “ya sea que la dieta pobre esté causando mil o 500 muertes cardiovasculares y por diabetes cada día, lo cierto es que es una de las causas principales de sufrimiento prevenible”. Adoptar una dieta saludable podría reducir la mitad del riesgo cardiovascular, subraya el cardiólogo, epidemiólogo y decano de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Tufts.
“En los últimos años –recuerda Harwicz-, se ha buscado al responsable de las enfermedades cardiometabólicas. Con este trabajo, se observa que el consumo subóptimo de distintos alimentos contribuye a aumentar el riesgo de infarto, ACV y diabetes”. Si bien en este estudio se investiga específicamente el consumo de alimentos, “queda pendiente determinar el impacto de la actividad física y características específicas de sobrepeso y obesidad en el riesgo de enfermedades y muerte cardiometabólica”, evalúa la cardióloga de la SAC.
Alimentación preventiva
¿Se podrían prevenir las muertes cardíacas mediante cambios en la alimentación? Un estudio multicéntrico español publicado en 2013 mostró que la dieta mediterránea puede reducir 30% el riesgo cardiovascular. Si bien estimar los beneficios reales de distintos alimentos es difícil, los especialistas no dudan de que existen.
Disminuir significativamente el consume de sal también puede disminuir la hipertensión y, con esto, evitar muertes cardiovasculares. Evitar las carnes procesadas –salchichas, salame, jamón, hamburguesas, etc.- y el consumo de bebidas azucaradas también permitiría prevenirlas.
La cuestión es especialmente preocupante en la Argentina, que lidera el consumo mundial de gaseosas. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, 1 de cada 3 argentinos sufre sobrepeso, 1 de cada 10 padece diabetes y el 18% de la población adulta padece obesidad.
En cuanto a la mortalidad, las Estadísticas Vitales del año 2015 refieren 9.223 muertes por diabetes mellitus y 96.252 muertes por enfermedades circulatorias (incluyendo cardíacas y cerebrales) en la Argentina. ¿Cuántas de ellas podrían haberse prevenido con una alimentación adecuada? Es difícil decirlo, pero las autoridades sanitarias están poniendo cada vez más el acento en la dieta, y publicaron en 2016 una nueva guía de alimentación.
“El consumo de sodio está disminuyendo en la población en los últimos años gracias a la política de retirar los saleros de la mesa y disminuir el contenido de sodio en el pan argentino”, reflexiona Harwicz. “Pero más que prohibir ciertos alimentos tenemos que promover mensajes positivos a nivel de salud pública”, apunta la cardióloga de la SAC. “Sabemos que una mejor selección de nutrientes, promover un mayor consumo de frutas y verduras ricas en fibras, así como de pescado y grasas monoinsaturadas (aceite de oliva, canola o girasol alto oleico), sumado a la actividad física, disminuyen los factores de riesgo cardiovascular y, de esta manera, bajarán la mortalidad”.