Menarca, riesgo cardíaco y prevención
Por Alejandra Folgarait
Tanto la menarca temprana como la tardía se asocian con la enfermedad coronaria, según un estudio observacional realizado en Gran Bretaña y publicado recientemente en la revista Circulation.
El nuevo análisis se realizó sobre los datos del One Million Woman Study, que engloba a más de 1,3 millones de mujeres británicas de 50 a 64 años sin antecedentes cardiovasculares ni cáncer que participan en un screening anual de cáncer de mama a través de mamografías. Un 70% de estas mujeres aceptó contestar un cuestionario sobre diversos determinantes de salud.
Las mujeres informaron, entre otras cosas, la edad de su primera menstruación (menarca), su historia reproductiva, el uso de terapia de reemplazo hormonal y píldoras anticonceptivas. Además, se consignó si fumaban, su nivel socioeconómico, Índice de Masa Corporal (IMC) y la presencia de hipertensión, diabetes o hipercolesterolemia.
La menarca señala el inicio de la pubertad en las mujeres y pone en marcha una serie de cambios hormonales en los ovarios. Desde el siglo XIX, la edad de la menarca está disminuyendo en el mundo occidental. Aquí, la edad media es de 12,5 años, según la Sociedad Argentina de Pediatría.
El promedio de las mujeres del estudio británico experimentó la menarca a los 13 años. Tras 11,6 años de seguimiento, los investigadores de Oxford descubrieron que las mujeres que habían tenido su primera menstruación cuando tenían menos de 10 años –el 4% de la cohorte-, al igual que las que experimentaron la menarca después de los 17 años –el 1% de ellas-, mostraban un riesgo aumentado de enfermedad coronaria incidental, accidente cerebrovascular e hipertensión.
En particular, una menarca antes de los 10 años se asoció a un incremento del 27% en el riesgo de ser hospitalizada o morir por enfermedad coronaria, mientras que la menarca posterior a los 17 años aumentó ese riesgo en 23%. Esos valores fueron independientes de la edad, el tabaquismo, el nivel socioeconómico, el consumo de alcohol, el ejercicio físico y el IMC. Un ajuste por factores reproductivos disminuyó el riesgo en quienes habían experimentado una menarca precoz, pero el riesgo coronario siguió siendo significativo.
“Existían estudios pequeños que relacionaban el estado hormonal de la mujer y su salud cardiovascular, algunos de ellos con resultados contradictorios”, apunta Ana Salvati secretaria científica del próximo Congreso Argentino de Cardiología 2015. “Sabíamos que las mujeres con ovario poliquístico presentan más frecuentemente resistencia a la insulina y síndrome metabólico. Ahora, se agrega que la menarca también está vinculada a la salud cardiovascular de la mujer”, señala la cardióloga.
¿Es la menarca un factor de riesgo similar al colesterol? “No, con este estudio no alcanza para poner a la menarca temprana como factor de riesgo. Pero es un alerta sobre el rol de las hormonas, como mecanismo protector tanto como factor desencadenante de la enfermedad coronaria”, afirma Salvati, quien subraya que los cardiólogos deberían interrogar a sus pacientes mujeres no sólo sobre los factores de riesgo tradicionales sino también sobre la edad a la que empezaron a menstruar, los embarazos y posibles antecedentes de pre-eclampsia.
Si bien el estudio británico se hizo sobre la base de datos autoreferenciales, Salvati destaca su magnitud y su relevancia para poner en marcha cambios de hábitos a edades tempranas.
En este sentido, un análisis prospectivo basado en el Estudio de las Enfermeras de Estados Unidos (NSHII), que publicará el Journal of the American College of Cardiology (JACC) próximamente, muestra que el 75% de los ataques cardíacos en mujeres jóvenes se podrían evitar con la adopción de seis hábitos de vida saludable.
El no fumar, una adecuada actividad física (por lo menos dos horas y media semanales), una alimentación saludable, IMC normal (entre 18,5 y 24,9 kg/m2), un consumo moderado de alcohol (una medida diaria o menos) y de menos de 7 horas diarias de televisión se asocian con un 90% menos de riesgo de enfermedad cardíaca.
“La prevención del desarrollo de factores de riesgo a través de una vida sana puede reducir la incidencia de diabetes, hipertensión e hipercolesterolemia, y reducir la incidencia de enfermedad coronaria en mujeres jóvenes”, concluyeron los autores del estudio norteamericano.
“Las mujeres siguen sin tomar conciencia sobre la importancia de las enfermedades cardiovasculares, que causan una de cada tres muertes femeninas”, enfatiza Salvati. “Según una encuesta telefónica de la Fundación Cardiológica Argentina, las mujeres que viven en Buenos Aires perciben que el mayor riesgo que enfrentan es el cáncer y, especialmente, el de mama. La realidad es que mueren en la Argentina el doble de mujeres por enfermedad cardiovascular que por cáncer”.