Momias: 4000 años de aterosclerosis

Por Alejandra Folgarait

Momias: 4000 años de aterosclerosis

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os altos niveles de aterosclerosis en la población urbana actual se atribuyen a una dieta plagada de grasas y al sedentarismo. Sin embargo, estudios de tomografía computada realizados sobre momias revelan que las calcificaciones en las arterias no son asunto de la modernidad sino que están presentes en humanos desde la antigüedad.

En el congreso EuroPRevent 2014, realizado en Bruselas, Gregory Thomas –uno de los autores de los estudios- concluyó que la aterosclerosis está más ligada al envejecimiento y a los genes que al estilo de vida. “Es hora de que reconozcamos que la aterosclerosis es parte de ser humano”, afirmó el director del MemorialCare Heart and Vascular Institute de Long Beach, California.

Integrado desde 1999 por cardiólogos, radiólogos, antropólogos y arqueólogos de distintas partes del mundo, el grupo Horus analizó el año pasado 137 momias y descubrió que el 37% presentaba ateroesclerosis en algún vaso al momento de la muerte (37 años, en promedio).

Las momias estudiadas por tomografía computada cubren una secuencia temporal de 4.000 años y pertenecen a pueblos que vivían en Egipto, Perú, las islas Aleutianas y el sudoeste de Estados Unidos.

Según el estudio publicado en The Lancet, 20% de las momias tiene calcificaciones en la aorta; 18% en arterias femorales o ilíacas; 18% en arterias poplíteas o tibiales; 12% en carótida y 4% en arterias coronarias. La edad de la muerte, observaron los científicos, se correlaciona positivamente con el nivel de calcificaciones.

Si bien el grupo Horus adhiere a la hipótesis de multicausalidad en la aterosclerosis, los investigadores se inclinan por subrayar el proceso de envejecimiento normal. “No defendemos los hábitos poco saludables, pero creemos que la enfermedad cardiovascular se produce por una interacción compleja entre el entorno y la genética, y es parte del envejecimiento humano” señaló el cardiólogo Randall Thompson, del St. Lukes Mid America Heart Institute.

“La dieta es importante pero no es toda la historia”, subraya ahora Guido Lombardi, médico y antropólogo del laboratorio de Paleopatología de la Universidad Cayetano Heredia, en Perú, quien también integra el grupo Horus. “Próximamente publicaremos un estudio que muestra una leve asociación del rango social para la presencia de esta enfermedad (medida según la calidad y cantidad de los artefactos funerarios)”, anticipa Lombardi. ¿Será la pertenencia a una elite un factor de riesgo para la aterosclerosis?

Por lo pronto, un nuevo artículo en el Journal of Cardiology analiza la autopsia de la momia de un adolescente egipcio, infectado con cuatro parásitos (Schistosoma haematobium, Taenia species, Trichinella spiralis, Plasmodium falciparum). ¿Es posible que la inflamación crónica provocada por la malaria u otra enfermedad infecciosa produjera un aumento de aterosclerosis en los pueblos antiguos?

Mientras la pregunta queda en pie, el grupo Horus se prepara para estudiar a ciertas poblaciones nativas de la cuenca amazónica, que tienen un tercio de la prevalencia de aterosclerosis que el resto de la humanidad. Quizás ellos tengan la respuesta a la “maldición de la aterosclerosis” que afectaba a tantos egipcios.

Tomografía computada de la princesa egipcia Ahmose-Meritamun ( 1550 a.C). Crédito: St. Luke´s Health System.

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