Sueño: Cuánto dormir de noche y de día
Por Alejandra Folgarait
Dormir es más que cerrar los ojos y soñar; también es una actividad fundamental para el corazón, el cerebro, la regulación del apetito y la liberación de hormonas. Si bien el sueño es importante para todos los animales, para los seres humanos no es lo mismo dormir cualquier número de horas ni en cualquier momento del día. Según un nuevo estudio, quienes duermen menos de 6 horas nocturnas tienen más riesgo de padecer aterosclerosis subclínica. Pero dormir mucho no está exento de peligros: aquellos que duermen más de 6 horas y le agregan una siesta, también tienen mayores riesgos cardiovasculares, según otro análisis reciente. El sueño, coinciden los expertos, requiere una duración de entre 7 y 8 horas; más o menos puede resultar perjudicial para la salud.
El estudio publicado en JACC por un grupo encabezado por Fernando Domínguez y Valentín Fuster se realizó con casi 4.000 participantes (empleados bancarios de 46 años en promedio) en los que se registró durante 7 días no sólo el número de horas de descanso sino también el tipo de sueño que experimentaban mediante un actígrafo, un dispositivo que se usa en la muñeca y que mide los ciclos de sueño-vigilia mediante un sensor de movimiento. Los investigadores españoles también evaluaron la presencia de placas ateroscleróticas en la arteria carótida y femoral por medio de ecografía 3D y, además, midieron la calcificación coronaria con tomografía computada.
Tras analizar los resultados y ajustar los factores de riesgo, los cardiólogos españoles encontraron que el grupo de personas con menor duración del sueño nocturno (menos de 6 horas) tenía mayor riesgo de aterosclerosis subclínica que los grupos que dormían poco (6 a 7 horas), normalmente (8 horas) o mucho (más de 8 horas). Quienes mostraban mayores patrones fragmentarios de sueño también tenían comprometidos más territorios vasculares no coronarios. En cambio, la calcificación coronaria no se asoció específicamente con el sueño en personas asintomáticas.
“Este el primer estudio que muestra una asociación independiente entre el sueño, objetivamente medido, y la aterosclerosis en todo el cuerpo, no sólo en el corazón”, señala José Ordovás, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) de Madrid y uno de los autores del trabajo.
Estudios previos ya habían revelado que la falta de sueño afecta la salud cardiovascular porque se asocia con un aumento de la presión arterial y la glucosa en sangre, con inflamación y obesidad. Ahora, la investigación de la cohorte española PESA muestra que quienes duermen menos de 6 horas tienen 27% más riesgo de tener aterosclerosis en distintos vasos del cuerpo, comparado con quienes duermen 6 a 7 horas. Además, descubrieron los investigadores españoles, quienes padecían un sueño de mala calidad (porque se despertaban o movían en la cama) tenían 34% más riesgo que quienes tienen una buena calidad de sueño. “Es importante aclarar que dormir poco, si el sueño es de buena calidad, puede compensar los efectos detrimentes de la corta duración”, aclara Fuster, quien confesó más de una vez dormir muy pocas horas por noche.
Una cuestión interesante es que el alcohol y la cafeína se asociaron en este estudio con el sueño fragmentado. Si bien mucha gente utiliza habitualmente el vino o las bebidas blancas de noche para inducir el sueño, Ordovás aclara que el alcohol tiene un efecto rebote. “Si una persona bebe, suele despertarse al cabo de un rato y le cuesta volver a conciliar el sueño; y si logra volver a dormirse, obtiene un sueño fragmentario”, advierte el investigador. En cuanto al café, si bien recientes análisis muestran su efecto benéfico en términos de sobrevida y salud cardiovascular, Ordovás señala que beber café a la noche puede ser perjudicial para el sueño. Todo depende de la capacidad individual de metabolizarlo.
Ni poco, ni mucho
Como sea, el sueño es uno de los temas más calientes, junto con la alimentación y el ejercicio, a la hora de diseñar estrategias preventivas cardiovasculares. De hecho, un reciente análisis de datos de la cohorte PURE –116.632 individuos de 35 a 70 años de 21 países del mundo, incluida la Argentina- revela que dormir mucho no es bueno para la salud cardiovascular y que la siesta no es tan benéfica como muchos creen.
Según los resultados publicados en el European Heart Journal por Salim Yusuf y sus colegas, dormir más de 8 horas por noche incrementa el riesgo cardiovascular y de muerte, especialmente en los mayores de 50 años.
Comparados con quienes duermen el tiempo recomendado, quienes duermen 8 a 9 horas tienen un 5% más de riesgo de morir y padecer eventos cardiovasculares mayores. Quienes duermen entre 9 y 10 horas por noche tienen 17% más riesgo, y aquellos que pasan más de 10 horas en la cama tienen 41% más riesgo.
Dormir menos de 6 horas también aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares, pero no significativamente. El menor riesgo de eventos cardiovasculares y muerte se obtiene al dormir entre 6 y 8 horas de noche, según el estudio epidemiológico PURE, que hizo un seguimiento de los participantes durante casi 8 años.
¿Por qué dormir mucho puede ser tan malo como dormir poco? “Dado que nuestro estudio es observacional, sólo puede mostrar una asociación; no podemos decir que el exceso de sueño per se causa enfermedades cardiovasculares”, aclara Chuangshi Wang, primera autora del estudio. “Sin embargo, dormir poco puede ser uno de los factores que contribuyen a la mortalidad y los eventos cardiovasculares, mientras que dormir mucho puede indicar condiciones subyacentes que aumentan el riesgo”.
“Los dos estudios son interesantes porque muestran la importancia del sueño, un factor al que generalmente no le prestamos atención los cardiólogos, a excepción de las apneas del sueño”, evalúa Adriana Ángel, coordinadora de los consejos de epidemiología de la SAC. “Si bien ninguno de los trabajos utilizó polisomnografía para estudiar el sueño de los participantes, ambos coinciden en la observación de que menos horas de sueño se asocian con más diabetes, hipertensión arterial y obesidad, entre otras cosas”.
Siesta: ¿sí o no?
Uno de los resultados sorprendentes del análisis PURE es que, en quienes logran dormir más de 6 horas nocturnas, la siesta puede convertirse en una amenaza: el riesgo cardiovascular aumenta en los que se acuestan durante media a una hora por la tarde y duermen lo suficiente de noche. En cambio, la siesta parece mitigar los riesgos cardiovasculares en quienes duermen menos de 6 horas por noche.
Es interesante notar que la estimación media de la duración del sueño en el estudio PURE fue de 8 horas diarias y que 1,6% de los en la investigación tomaba píldoras para dormir (la cifra trepaba a 6,3% en los países de altos ingresos). Además, la siesta es una costumbre más frecuente en algunos países que en otros: mientras el 60% de la población de Medio Oriente y el 35% de los habitantes de Sudamérica duermen por la tarde, sólo el 25% de la población de América del Norte, Europa y el sudeste asiático acostumbran dormir la siesta.
“La siesta es relativa: hay que evaluar su efecto tomando en cuenta la duración total del sueño”, dice Ángel. “De todos modos, hay que registrar los hábitos de sueño en cada zona de un país, ya que la siesta, por ejemplo, no se duerme igual en las distintas provincias de la Argentina y, en Buenos Aires, directamente no se acostumbra”, apunta la cardióloga de la SAC.
“Tanto mucho como poco sueño es malo. Lo importante es medir la duración total del sueño”, confirma el cardiólogo argentino Pablo Lamelas, que es uno de los investigadores del PURE.
En un editorial que acompaña el estudio, Dominik Linz, del Royal Hospital de Adelaide, Australia, y sus colegas advierten que las conclusiones del análisis PURE deben ser tomadas con cautela, ya que el estudio se basó en auto-reportes de los individuos sobre el tiempo transcurrido entre irse a dormir y levantarse, no en los patrones de sueño objetivo. De todos modos, Linz y sus colegas deslizan que “hay que comunicarle a los pacientes que dormir mucho y hacer siestas durante el día no siempre es inofensivo”.
La recomendación de Salim Yusuf es que la gente duerma entre 6 a 8 horas por día. “Si alguien duerme más de 9 horas, convendría que consultara al médico. En cuanto a los médicos, incluir en la historia clínica preguntas sobre la duración del sueño y las siestas diurnas puede ayudar a identificar personas en alto riesgo de problemas cardiovasculares y muerte”, concluye el profesor de la Universidad McMaster, en Canadá.