Un solo cigarrillo aumenta 50% el riesgo de enfermedad coronaria
Por Alejandra Folgarait
Dejar de fumar es una de las primeras medidas para prevenir infartos de miocardio y otras patologías cardiovasculares. Tan importante es promover la cesación tabáquica que algunos aplauden que los fumadores logren disminuir el número de cigarrillos a uno o dos por día. Sin embargo, un nuevo estudio confirma que no hay consumo de tabaco sin consecuencias. Fumar un solo cigarrillo por día suma la mitad del riesgo de enfermedad coronaria y ataque cerebrovascular (ACV) de fumar un atado de 20 cigarrillos. Fumar poco es más peligroso de lo que se cree y no debería ser considerado una forma exitosa de dejar el tabaquismo.
Se estima que unas 1.000 millones de personas fuman en el mundo. A pesar de que en algunos países el número de fumadores está disminuyendo gracias a leyes que promueven ambientes libres de humo, en los países en desarrollo la cantidad de fumadores aumenta en la población y, especialmente, entre las mujeres y los jóvenes.
El acceso fácil al tabaco debido a su bajo costo –y la disminución en sus impuestos- es una de las preocupaciones de los cardiólogos argentinos. En el país, donde fuman 1 de cada 4 adultos, según datos oficiales de 2013, se produjo una disminución del tabaquismo en la población adulta en los últimos años de la mano de la prohibición de fumar en lugares públicos, pero la edad de inicio del tabaquismo bajó a los 12 años y cada vez son más las mujeres jóvenes que fuman.
El nuevo meta-análisis, publicado en el British Medical Journal, se realizó sobre 55 estudios observacionales que incluían 141 cohortes de 21 países. Según mostraron Allan Hackshaw, del Imperial College London, y sus colegas, los hombres que fuman un cigarrillo por día tienen un 48% más de riesgo de enfermedad cardíaca que los que nunca fumaron (la cifra se eleva al 74% si se tienen en cuenta múltiples confundidores, además de edad y sexo). En cuanto a las mujeres, fumar un solo cigarrillo aumenta 57% el riesgo de enfermedad coronaria y 31% el riesgo de ACV, comparado con quienes no probaron nunca el tabaco.
A diferencia de lo que ocurre con el cáncer de pulmón, no existe una disminución lineal en el riesgo cardiovascular si se reduce el consumo de 20 cigarrillos a uno. En los que dejan de fumar mucho, el riesgo sigue siendo alto aunque la dosis de nicotina haya bajado drásticamente. El objetivo, dicen los expertos, es que los pacientes dejen de fumar completamente.
“El nuevo estudio es muy interesante porque comprende a una gran población y confirma los datos de pequeños estudios previos, que ya mostraban que fumar poco aumenta los eventos coronarios agudos”, evalúa Adriana Ángel, directora del Consejo de Epidemiología y Prevención Vascular de la SAC.
¿Por qué ocurre este fenómeno? “De todas las sustancias químicas a la que una persona está expuesta cuando fuma, el monóxido de carbono y la nicotina son las más relacionadas con las complicaciones circulatorias”, explica Ángel. El monóxido disminuye el aporte de oxigeno al miocardio, favorece la aparición precoz de placas ateroscleróticas y la disfunción endotelial. En cuanto a la nicotina, activa en pocos segundos receptores del cerebro que promueven la liberación de catecolaminas y, con ello, el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Además favorece la disminución del flujo coronario, el aumento de la agregabilidad plaquetaria, la trombina y el fibrinógeno. Todos estos procesos facilitan la formación de trombos.
¿A qué se debe que el riesgo de fumar un cigarrillo sea mayor en las mujeres que en los hombres? “Las mujeres tienden a fumar menos que los hombres, lo cual genera esta exposición de riesgo que puede llevar a eventos agudos”, señala la cardióloga de la SAC. “Además, de acuerdo a un estudio realizado en la Argentina, a las mujeres les cuesta más dejar el cigarrillo que a los hombres”, asegura Ángel. “Lo importante es subrayar que un cigarrillo hace daño. No existe una dosis segura de tabaco”.
Polémica por dispositivos electrónicos
En cuanto a los cigarrillos electrónicos, que en Gran Bretaña han colaborado a reducir el daño del tabaquismo, un estudio reciente de la Academia de Ciencia, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos confirmó que los dispositivos “vapeadores” tienen menos efectos tóxicos a nivel individual que los cigarrillos convencionales y podrían eventualmente ayudar a dejar el tabaco a los adultos, pero también pueden impulsar a los jóvenes a empezar a fumar.
En cualquier caso, dicen los especialistas, se desconoce el impacto que podrían tener los cigarrillos electrónicos en la salud pública a largo plazo. De ahí la preocupación por el interés de algunas empresas tabacaleras en convertir a ciertos dispositivos electrónicos del tipo “calienta pero no combustiona” (heat-not-burn) en una alternativa saludable al cigarrillo ante la opinión pública.
El 25 de enero pasado, un panel de expertos de la Oficina de Drogas y Alimentos (FDA) de los Estados Unidos evaluó la posibilidad de comercializar el “sistema IQOS” –que contiene nicotina y otros compuestos tóxicos en un dispositivo semejante a una lapicera- como una opción menos dañina que el tabaco. El sistema de calentamiento de tabaco, dijeron los miembros del organismo regulatorio, “reduce significativamente la exposición a sustancias químicas dañinas”. Sin embargo, el panel de expertos de la FDA concluyó que no hay evidencias de que el producto de Philip Morris se traduzca en una menor morbimortalidad, como alega la empresa que ya vende el sistema en 30 países.
Un editorial que acompaña el estudio publicado en BMJ, firmado por Kenneth Johnson, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Ottawa, alerta sobre la futura aprobación de cigarrillos electrónicos y dispositivos que calientan el tabaco. “La menor emisión de sustancias tóxicas no vuelve seguros a estos productos”, escribe el epidemiólogo canadiense. “No podemos darnos el lujo de esperar décadas para documentar la enfermedad, discapacidad y muertes causados por estos productos recreacionales con nicotina”, advierte Johnson. Coincide la cardióloga Ángel: “Es tentador pensar en reducción de riesgo en tabaquismo, pero hasta que no haya estudios a largo plazo, no se pueden aceptar los cigarrillos electrónicos para la cesación tabáquica”.