Vitamina D en la mira
Por Alejandra Folgarait
La deficiencia de vitamina D se asocia con la mortalidad cardiovascular y por cáncer, según dos estudios publicados recientemente en el British Medical Journal. Si bien la evidencia aún es insuficiente para suplementar la dieta con vitamina D, los investigadores subrayan que su eventual efecto preventivo merece ser estudiado.
La vitamina D, producida por el organismo humano en contacto con la luz solar o adquirida por medio de ciertos alimentos, es fundamental para la absorción intestinal de calcio y para la salud de los huesos. En los últimos tiempos, además, esta vitamina ha sido propuesta para tratar diversas patologías, desde la hipertensión hasta la diabetes.
Si bien la gran mayoría de los estudios que asocian la falta de vitamina D a una enfermedad no han logrado establecer una relación causal –sólo encontraron asociaciones-, los resultados de análisis recientes llevan agua para el molino de quienes ven en la vitamina D una herramienta para luchar contra las patologías cardiovasculares.
Por ejemplo, una revisión de ocho estudios europeos y estadounidenses, que acaba de ser publicada en BMJ, reveló que las personas mayores de 50 años con bajos niveles de vitamina D mueren antes que los que tienen niveles altos, independientemente de las variaciones en la concentración de 25 (OH) D según la estación del año, el país y el sexo.
En el mismo sentido, la revisión de 73 estudios observacionales y 22 ensayos clínicos controlados, publicada por BMJ en abril pasado, concluyó que los niveles de vitamina D circulante en sangre se asocian inversamente a la enfermedad coronaria y al cáncer.
El meta-análisis encabezado por Rajiv Chowdhury, especialista en Salud Pública de la Universidad de Cambridge, señaló, además, que la vitamina D3 puede reducir la mortalidad cardiovascular en los adultos mayores. A pesar de este hallazgo, los epidemiólogos señalaron que “antes de implementar una suplementación general con vitamina D, es necesario establecer la dosis óptima y la duración de la intervención, y evaluar si la vitamina D2 (derivada de vegetales) y la D3 (derivada de animales) tienen distinto efecto en el riesgo de mortalidad”.
Por su parte, un flamante estudio genético publicado en Lancet Diabetes & Endocrinology estableció un vínculo estrecho entre la vitamina D y la hipertensión.
Según el análisis de variantes genéticas relacionadas con la síntesis de vitamina D, realizado en 140.000 personas con ancestros europeos, por cada 10% de aumento en el nivel de vitamina D, disminuye un 8% el riesgo de presión arterial alta. “En vistas de los costos y efectos adversos de las drogas anti-hipertensivas, se torna muy atractiva la posibilidad de prevenir o reducir la hipertensión con suplementos de vitamina D”, reflexionaron los autores del estudio. “Sin embargo, en tanto no podemos excluir la posibilidad de que estos hallazgos sean producidos al azar, es preciso replicarlos en un estudio independiente”, advirtieron los investigadores liderados por Karani Vimaleswaran, del University College of London.
¿Puede la vitamina D prevenir los eventos cardiovasculares? “Hasta que se obtengan los resultados de los tres estudios prospectivos controlados y aleatorizados que están en marcha, incluyendo más de 45.000 individuos, no podemos dar una respuesta a esta pregunta”, afirma la Dra. Melina Huerín, secretaria científica del Consejo de Epidemiología y Prevención Cardiovascular de la SAC.
“Si bien la hipótesis de la vitamina D es atractiva -señala Huerín-, los estudios realizados hasta el momento no reflejan resultados coherentes”. En opinión de la cardióloga, los dosajes de vitamina D que se requerirían en cada persona y la suplementación posterior sacan el foco de los determinantes de riesgo -colesterol, tabaco, hipertensión, etc.- que ya han sido probados.
“En 2017, tendremos resultados contundentes para saber si debemos indicar suplemento con vitamina D para reducir el riesgo cardiovascular; mientras tanto –concluye Huerín- quedará a juicio de cada médico la decisión de dónde poner la mira”.