Cómo tomamos hoy la presión arterial: Riva Rocci y Korotkov
Scipione Riva Rocci era oriundo de Almese, ciudad cercana a Turín. Había nacido en 1863, y a los 25 años se graduó de médico. Trabajó durante años bajo la dirección de Carlo Forlanini, el creador del método del neumotórax terapéutico para tratar casos de tuberculosis pulmonar. Se graduó en Patología a los 31 años, y en Pediatría a los 44. Desde 1900, y por espacio de 28 años fue el director del Hospital de Varese, y desde 1908 hasta 1921 dictó clases en la Universidad de Pavia. Sus últimos años lo vieron aquejado por una encefalitis letárgica que había contraído atendiendo pacientes en el curso de una epidemia y que terminó por matarlo a la edad de 74 años. Riva Rocci pasó a la historia por la invención en 1896 del esfigmomanómetro tal como lo conocemos hoy: un brazalete neumático colocado sobre el brazo para constreñir la arteria braquial; un bulbo de goma para inflar el brazalete y un manómetro lleno de mercurio para medir la presión del brazalete. Así, palpando el pulso, Riva Rocci podía conocer la tensión arterial sistólica al notar la desaparición del mismo cuando inflaba el brazalete, o su reaparición cuando lo desinflaba. La banda inicial era muy angosta: medía solo 5 cm. Heinrich von Recklinghausen (seguramente recordamos su apellido por su padre, Friedrich, que describió la neurofibromatosis y la hemocromatosis) solucionó este problema llevando el ancho del brazalete a 12 cm. Otro nombre ilustre vinculado lateralmente a Riva Rocci es el del neurocirujano Harvey Cushing (sí, el mismo que describió el síndrome que lleva su nombre): en 1901 conoció a Riva Rocci y su invento. Una gran ventaja del nuevo aparato era su practicidad para ser empleado junto a la cama del paciente. Cushing vio la posibilidad de emplearlo para monitorizar la presión arterial de sus pacientes anestesiados, y llevó la invención del italiano de Pavia a Baltimore, y merced a su fama, al mundo.
Ahora bien, el método creado por Riva Rocci permitía determinar la presión sistólica, no así la diastólica. Y fue otro cirujano, esta vez un ruso, Nikolai Korotkov (cuyo retrato cierra esta nota), quien pudo completar el trabajo. Había nacido en 1874 y se graduó de médico con honores en Moscú, en 1898. Los primeros años del siglo XX lo encontraron desempeñándose como cirujano en diversas guerras, y acompañando al ejército ruso a Siberia, Japón y Singapur. Ejerció en la Academia Militar de San Petersburgo como cirujano asistente, durante la Primera Guerra Mundial en la ciudad de Tsarkoye Selo, y después de la Revolución rusa de 1917 en el hospital de San Petersburgo. Su centro de interés fue la cirugía vascular, y la resolución de las lesiones arteriales traumáticas y por heridas de guerra. Medir la presión como forma de definir la magnitud del daño vascular era entonces una necesidad obvia. Al empleo del esfigmomanómetro Korotkov sumó la colocación de un estetoscopio para niños sobre la arteria braquial, debajo del brazalete. Cuando el mismo se inflaba por encima de la presión arterial máxima la circulación en la arteria braquial se detenía. Al desinflar lentamente el brazalete, se podía auscultar en un momento determinado un ruido: la sangre volvía a circular y ese primer tono correspondía a la presión sistólica. Se escuchaban mientras se seguía desinflando el brazalete murmullos y luego ruidos coincidentes con los latidos, hasta que todo sonido desaparecía. El último ruido escuchado correspondía como sabemos con el momento en que la sangre circulaba libremente por la arteria, porque la presión en el interior del vaso había superado la ejercida por la banda, y la medición coincidente del manómetro señalaba la presión arterial diastólica. Presentó su hallazgo ante la Academia Militar de San Petersburgo en un informe de una sola página en 1905. Murió muy joven, a los 46 años, de tuberculosis.
La combinación del empleo del esfigmomanómetro de Riva Rocci y la auscultación de los ruidos de Korotkov siguen siendo, más de 100 años después, la forma universal de medir la presión arterial.
Dr. Jorge Thierer
Fuentes consultadas
Karamanou M, Papaioannou TG, Tsoucalas G, Tousoulis D, Stefanadis C, Androutsos G. Blood pressure measurement: lessons learned from our ancestors. Curr Pharm Des. 2015;21:700-4.
Estañol B, Delgado G, Borgstein J. Korotkoff Sounds – The Improbable also Occurs. Arq Bras Cardiol. 2013; 101: e99–e100.