Diego Rivera pinta la historia de la Cardiología. Parte 1
En 1944, a pedido del doctor Ignacio Chávez, Diego Rivera pintó dos murales para decorar el vestíbulo del auditorio del recién creado Instituto Nacional de Cardiología de la Ciudad de Méjico. Era el deseo de Chávez que quedaran inmortalizados en esos dos frescos “los momentos culminantes de la creación científica, los descubrimientos más fecundos, los hombres de radiación mayor”. Y fue una solicitud expresa que el mural marcara “la proyección ascendente en el conocimiento”.
Para ese entonces Rivera (Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, para más datos) contaba ya 58 años, y era con Orozco y Siqueiros uno de los más grandes exponentes del muralismo mejicano. Su interés por la medicina y la biología como motivo de representación no se limitó a las obras que hoy comentamos, como veremos en la próxima entrega.
Muchos de los héroes de la historia de la cardiología a los que nos acercamos en esta sección en los últimos meses aparecen retratados en los dos murales del Instituto Nacional, que representan, el primero, la historia de la Cardiología Antigua, y la historia de la Cardiología Moderna el segundo.
El primero es el que mostramos hoy. En la base del mismo 2 imágenes de etapas fundacionales de la medicina, en China y Grecia. El desarrollo del conocimiento cardiológico sube escalonadamente desde la base (donde un busto recuerda a Galeno, el médico que fue todos los médicos) hasta la esquina superior derecha. En la esquina inferior derecha y de abajo hacia arriba las imágenes de tres grandes anatomistas: Vesalio, que con su De Humanis Corporis Fabrica revolucionó el saber sobre el cuerpo humano; Malpighi, el padre de la histología y descubridor de los capilares, y Vieussens, que describió la circulación coronaria. Junto a la efigie de Galeno, a la derecha Cesalpino, uno de los primeros que desafió el dogma galénico y acuñó el término circulación; y a la izquierda uno de los más grandes, Harvey, que sentó la idea de la circulación mayor y aparece palpando la arteria radial. Apenas por encima de él, y a su derecha, Morgagni, a quien reconocemos porque está enseñando a tres atentos estudiantes el cuerpo de un enfermo. En la esquina superior izquierda del mural reclama nuestra atención una hoguera en la que se consume un condenado. A esa hoguera soldados y sacerdotes llevan a Miguel Servet, uno de los descubridores de la circulación pulmonar, quemado por sus opiniones heréticas, por orden de Calvino.
Por encima de los anatomistas y fisiólogos aparecen los clínicos. En el centro mismo del cuadro los fundadores de la medicina interna: Auenbrugger percutiendo, Laennec auscultando. Junto a Auenbrugger, Corvisart, el responsable de la difusión de la percusión, uno de los más grandes médicos de la época y cuyo paciente más famoso fue el mismísimo Napoleón. En este grupo encontramos también a Skoda, uno de los pioneros en el estudio de la endocarditis, apoyando el estetoscopio en el tórax de un paciente.
Rivera reservó la parte superior del mural para los anatomistas que descubrieron el sistema de formación y conducción del impulso eléctrico. Vemos así a Aschoff de frente hablando con Tawara de espaldas, y en la esquina superior derecha a Keith y Flack congregados en torno a un microscopio, His con su guardapolvo enseñando sus hallazgos a un grupo de colaboradores, y Purkinje exponiendo un escrito con alguno de sus descubrimientos.
Este primer mural está dominado por los tonos rojizos que provienen de la hoguera: el fuego que ilumina, el fuego del conocimiento, pero también el fuego que destruye e incinera. Veremos en la próxima entrega el otro mural, sus similitudes y diferencias.
Dr. Jorge Thierer
Fuentes consultadas
E Soto Pérez de Celis. Una mirada a la historia de la cardiología. Los frescos de Diego Rivera en el Instituto Nacional de Cardiología. www.elementos.buap.mx/num65/htm/13.htm
Felipe Cabello C. Diego Rivera: gran maestro y un didáctico y lúcido historiador de la medicina. Rev. méd. Chile vol.142 no.11 Santiago nov. 2014.
Ingrid S. Bivián. Diego Rivera y los frescos del Instituto Nacional de Cardiología. Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México, núm. 15.