La salud cardiovascular en tiempos del COVID-19
Argentina implementó en forma temprana una cuarentena estricta con medidas de aislamiento, para intentar reducir la celeridad y magnitud del daño por COVID-19. La impresión es que se está logrando contener la enfermedad y permitir así que nuestro sistema de salud pueda enfrentar los casos que van apareciendo. Pero estas medidas están generando consecuencias negativas involuntarias sobre la salud de nuestros pacientes que pueden tener un costo tan elevado como lo que se intenta evitar. Es importante compartir una reflexión con la comunidad sobre cómo debemos enfrentar los problemas cardiovasculares en los próximos meses.
No consultar a tiempo puede ser potencialmente grave.
Como consecuencia de la cuarentena, se han cerrado la mayoría de las agendas de los consultorios ambulatorios en las Instituciones públicas, y privadas del sistema de salud. Los pacientes están postergando sus controles médicos y tienen dificultad para conseguir las recetas, limitando el acceso a la medicación. El mensaje generalizado, particularmente a los pacientes de mayor edad, es no acudir a los hospitales para evitar el contagio. Esto está induciendo a que las personas que desarrollan síntomas demoren su atención, lo que puede empeorar su pronóstico. Informes desde Italia y España señalan que el número de pacientes que acuden con infartos agudos de miocardio ha disminuido en un 80%, los que se presentan lo hacen tardíamente y con cuadros más descompensados debido a la demora en la consulta. Hoy las Unidades Coronarias están despobladas también en nuestro país. La hipótesis es que los infartos siguen ocurriendo con la misma incidencia, pero los pacientes los padecen en sus domicilios; en muchos casos con resultados fatales que recién se contabilizarán despejada la epidemia.
¿Cómo proceder frente a los problemas cardíacos durante la epidemia?
Tres mensajes fundamentales
1) Ante síntomas sospechosos consultar
Ante la aparición de síntomas como dolores de pecho, agitación, palpitaciones y pérdidas de conocimiento, es imprescindible consultar rápido al sistema de emergencias o a los médicos de confianza. El temor a la asistencia domiciliaria y a ser eventualmente internado es infundado en este momento. Las asistencias de emergencia dividen los tipos de consultas en fiebre-no fiebre, y las Instituciones Sanitarias han generado áreas y circuitos para los pacientes con COVID-19 que están aislados del resto del hospital. También los equipos profesionales se dividen en COVID y no COVID para evitar el contagio.
2) Mantener el contacto con los profesionales que los atienden
A pesar de que se han levantado muchas agendas y las dificultades para trasladarse, en forma progresiva se están generando formas de consulta telefónica o por telemedicina con modalidades muy diversas. Tanto hospitales públicos como instituciones privadas ya han comenzado con teleconsultas.
3) No suspender la medicación
Los medicamentos cardiovasculares en la mayoría de las enfermedades crónicas tienen un efecto de prevenir complicaciones graves y prolongar la vida. No pueden suspenderse salvo consulta previa. Si en este momento tiene dificultades para acceder a la medicación comuníquese con los profesionales e instituciones que los atienden y busque los diferentes caminos para proveerse.
No existe ningún tratamiento cardiovascular ni para la presión arterial que deba ser cambiado o suspendido por la epidemia. Todas las especulaciones sobre el tema han sido respondidas en forma unánime por las sociedades científicas internacionales y locales.
La vacunación contra el virus influenza y la neumonía por Neumococo es muy relevante en pacientes mayores de 65 años o con enfermedades cardiovasculares crónicas, y no deben ser postergadas.
¿Cómo enfoca la cardiología argentina esta epidemia?
Muchos de los integrantes de los servicios de cardiología institucionales tienen experiencia en la asistencia respiratoria y se están reentrenando para colaborar con los terapistas si nuestro país evoluciona a una gran demanda. Pero todos los servicios se mantienen con total funcionalidad para las emergencias no vinculadas con la epidemia. Muchas instituciones ya han comenzado a comunicarse con todos los pacientes que tienen en seguimiento para ayudar en el control de sus síntomas y el acceso a la medicación, a través de diferentes sistemas de atención virtual. El diálogo personal puede evitar consultas innecesarias así también como acelerar las que no pueden demorarse.
Tomemos conciencia de que las enfermedades cardiovasculares no descansan durante la epidemia, así como muchas otras, y que postergar o demorar las consultas y los tratamientos puede tener consecuencias muy riesgosas.