La tercera década de la SAC
Por Alejandra Folgarait
Fundada el 9 de abril de 1937, la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) fue afianzando sus roles de investigación y docencia durante sus primeras dos décadas de vida. A lo largo de sus primeros años, los estatutos fueron modificándose para insertar a la SAC en el ámbito de la Cardiología Internacional y llegar a distintos puntos del país. Tras algunos años de turbulencias políticas y disidencias internas, la SAC se consolida en los ´60 para iniciar su tercera década de vida con nuevos bríos. Pero nada resultará sencillo.
La nueva década se anticipa con algunos eventos notables. En 1958, se realizan 6 reuniones anuales, dos de ellas en Córdoba y Tucumán. El premio SAC se otorga a un trabajo sobre “Fisiología y fisiopatología de la circulación extracorpórea con el corazón pulmón artificial”, un tema que en esos momentos permitía importantes avances en Estados Unidos, de la mano de René Favaloro y el bypass.
En el III Congreso Mundial de Cardiología, realizado en Bruselas, se vuelve a plantear la fricción entre dos líneas internas de la SAC: la “oficial”, liderada por cardiólogos jóvenes que buscan abrir la SAC, y la “tradicional”, encabezada por los pioneros que fundaron la Sociedad y son reconocidos internacionalmente. El triunfo de la primera línea se evidencia cuando se decide se adhiere a la huelga que el gremio médico llevaba adelante por el despido injustificado del Director Médico de la obra social de la UTA y cuando se logra que la Sociedad Internacional de Cardiología, con sede en Ginebra, aceptara como representante argentino al Dr. Fernando Battle (elegido por la SAC) en lugar de al Dr. Braun Menéndez (preferido por sus colegas internacionales).
Otro fenómeno interesante ese año fue la discusión sobre el primer auspicio de una empresa farmacéutica (MSD) para un simposio. Tras acalorados debates, las exigencias pedidas a la compañía hicieron que el laboratorio desistiera, pero la cuestión habría de marcar una impronta sobre la injerencia de las empresas en las actividades de la SAC y el temor a los conflictos de interés.
En 1959, por fin, la SAC obtiene su personería jurídica, lo que la habilita a comprar una sede propia, una tarea que tardaría en concretarse. Pero en este año se tomó una decisión fundamental: se creó el primer reglamento, que garantizaba el acceso a miembro titular de la SAC a la mitad más uno de los adherentes propuestos. Hay que recordar que, hasta entonces, sólo ingresaban a la SAC cuatro miembros titulares por año. “Todavía habrían de pasar muchos años para que el requisito para ingresar como miembro titular fuera sólo la valoración de la actividad científica y no un factor político, como lo fue siempre el número limitado para entrar”, escribió Alberto Demartini en el libro “Historia de la Sociedad Argentina de Cardiología”. También se aprobó como miembros adherentes de la SAC a los titulares de sus filiales, pero no se les dio acceso directo como titulares de la SAC.
La derrota del profesor Taquini en las elecciones de ese año marcó el fin de ciclo de quienes habían fundado la SAC en nombre de la investigación científica y la habían mantenido como una sociedad de elite. Como si esto fuera poco, el fallecimiento del Dr. Eduardo Braun Menéndez en un accidente de aviación, a los 56 años, terminó por sellar la primera época de la institución, signada por médicos brillantes que trabajaban en la frontera de la ciencia y tenían renombre mundial.
Los años 60 cambiaron el mundo y la SAC no resultó ajena a los nuevos vientos. Por fin se superaron los resquemores entre especialistas argentinos y uruguayos, y se organizaron las “Primeras Jornadas Rioplatenses de Cardiología”, que habrían de continuar a lo largo de los años. También se intensificaron las relaciones con los colegas mexicanos y brasileños. Pero el gran sinsabor de aquellos años fueron los problemas para editar la Revista Argentina de Cardiología, que perdería su lugar en el Índex Medicus en 1963 por la falta de continuidad en su publicación.
En cambio, el IV Congreso Argentino de Cardiología, realizado por primera vez en Buenos Aires en 1961, resultó un éxito. Además de la participación de 500 cardiólogos, se puso énfasis en el apoyo a discapacitados cardíacos y se invitó a asociaciones que trabajaban con ellos. El V Congreso, que se llevó a cabo en Rosario en 1963, multiplicó la participación de especialistas y recibió, por primera vez, una delegación del Colegio Americano del Corazón.
Una crisis, que se venía gestando hacía años, estalló con las autoridades que organizaban el VII Congreso Interamericano de Cardiología en Montreal por los argentinos que integrarían las mesas. La SAC recibió el apoyo de USCAS (Unión de Sociedades de Cardiología de América del Sud), con la que organizó varias jornadas. También apoyaron a la SAC los invitados al Congreso Argentino del American College. Una grieta se abrió entonces entre la SAC y la Sociedad Interamericana. Pero ésta palideció al lado de otra que habría de surgir entre los cardiólogos de Buenos Aires y los del “interior” del país.
Por entonces, la SAC tenía filiales en Mendoza, Tucumán, Rosario, Córdoba y La Plata. También existía la filial del Sur y la reciente del Noroeste, mientras estaban en formación las sociedades de cardiología del Noreste y de San Juan. En 1965, muchos de los cardiólogos del interior formaron la Federación Argentina de Cardiología (FAC) en forma independiente de la SAC.
Si el frente interno sintió el cimbronazo de la ruptura, el frente externo de la SAC encontró numerosas oportunidades de expansión, especialmente a nivel sudamericano. También la Revista Argentina de Cardiología renació en 1966. Pero la SAC no pudo enviar una representación oficial al V Congreso Mundial de Cardiología, en la India, por falta de fondos y la posibilidad de organizar el siguiente encuentro en la Argentina debió posponerse.
En 1967 se llevó a cabo el VII Congreso Argentino de Cardiología en la Facultad de Medicina de la UBA. Gracias a las ganancias obtenidas con este evento y la venta de títulos, la SAC finalmente logró comprar su ansiada sede propia: una oficina en la calle Paraná 489.
Una nueva era empezaba en la Sociedad Argentina de Cardiología, que inició una política de jornadas conjuntas con otras importantes sociedades médicas (cirugía torácica, endocrinología, pediatría, entre otras) y se encontró repentinamente bajo los flashes periodísticos: el primer trasplante de corazón, realizado en Sudáfrica en 1967 por Christian Barnard, prometía transformar la medicina cardiovascular. Si bien la SAC intentó mantenerse ajena a la celebridad, la revolución cardiológica se anunciaba ya irresistible por la televisión. El corazón habría de convertirse a partir de entonces en la vedette de la medicina.