Gustav Mahler
Por el Dr. José Horacio Casabé
Gustav Mahler (Kaliste, ex Bohemia Checoslovaquia, actual Austria, 1860 – Viena, 1911).
Compositor y director de orquesta, es probablemente el último de los grandes sinfonistas germánicos-austríacos (Haydn, Mozart, Schubert, Schuman, Beethoven, Bruckner). Él mismo pronosticó que su música se iba a reconocer recién 50 años después de compuesta. Y así fue: tanto la incomprensión musical como el nazismo censor (por su música moderna, junto a su condición de judío, fue el blanco ideal del «arte degenerado» proscrito por el «nacionalsocialismo») la condenaron muchos años al ostracismo hasta que su discípulo Bruno Walter la rescató.
Tuvo una vida signada por la tragedia (muerte de varios hermanos jóvenes y de una hija pequeña) que se reflejan en varias de sus obras («La Canción de los niños muertos»,»La canción de la tierra»). Su corpus musical está formado principalmente por sinfonías (10 en total, la última inconclusa) y lieds (canciones). Se formó en el Conservatorio de Viena y rápidamente fue ascendiendo a través de las orquestas de provincia hasta que, en 1897, se le ofreció la dirección de la Filarmónica de Viena con la condición de que se convirtiera al catolicismo. Así lo hizo y tuvo 10 fructíferos años al frente de la misma. En 1907 a raíz de campañas antisemitas y de la muerte de su pequeña hija, decidió aceptar la invitación para dirigir la Orquesta Filarmónica de Nueva York y la del Metropolitan Opera House, período que duró hasta 1911, cuando volvió a morir a Viena.
Ya en 1907 existen indicios en la literatura según los cuales Mahler habría sufrido fiebre reumática en la niñez con daño valvular que provocó la indicación de limitación en sus ejercicios físicos, algo que siempre lo mortificó ya que entre sus horas extenuantes de trabajo y composición siempre ejercitaba. También presentó problemas psicológicos. Su esposa Alma había tenido un affaire con el joven arquitecto de la Bauhaus (escuela de arte radicada en Weimar) Walter Gropius que lo afectó enormemente y fue tratado en una sesión en Leiden en Agosto de 1910 por Sigmund Freud, quien reflejó en sus escritos la admiración que sentía por el genial músico. Los años de Nueva York fueron prolíficos: en los meses de verano (con licencia de las orquestas) componía la mayoría de sus obras; no fue la excepción en EEUU de Norteamérica: allí compuso la Canción de la Tierra y las últimas dos sinfonías, todas piezas de intenso dramatismo, quizás previendo su trágico destino. Su esposa Alma y sus amigos coinciden en que su trabajo extenuante en los años de Nueva York precipitaron su final. El 21 de febrero de 1911, después de finalizado un concierto, fue llevado al hotel con fiebre y tonsilitis. Su médico y amigo personal, el Dr. T Frankel, también un emigrado vienés, era evidentemente un médico sagaz ya que fue el primero que sospechó el diagnóstico de endocarditis infecciosa y sugirió una interconsulta con el Dr. Emanuel Libman del Mount Sinai Hospital. Junto a W Osler, Libman era uno de los líderes en la descripción de esta enfermedad y el que más había trabajado con los hemocutivos. Geoge Baher, colaborador de E Libman relata la recolección: «En febrero de 1911 el Dr. Emanuel Libman fue llamado en consulta por el médico personal de G Mahler. Aparentemente el Dr. Frankel sospechaba que la intensa debilidad y la fiebre prolongada del compositor podría deberse a una endocarditis bacteriana subaguda; Libman confirmó el diagnóstico clínico con el hallazgo de un soplo rudo sistólico en el precordio, característico de enfermedad reumática crónica, con historia de fiebre prolongada, un bazo palpable, petequias conjuntivales y en la piel y leve hipocratismo digital. Libman me llamó por teléfono para que lleve al hotel la parafernalia y los medios de cultivo para hemocultivos».
Los hemocultivos resultaron positivos a las 16 horas de extraídos. Según describe Baher: «los resultados positivos se dieron en los cultivos agar-suero- glucosa. Las colonias eran muy compactas y fácilmente removibles del medio. Había 200 colonias por cc. El organismo resultó ser el Streptococcus atenuado de la endocarditis bacteriana subaguda» Estaba claro que estaba muy grave y no se sabe qué fue lo que los médicos le dijeron, pero él insistió en saber la verdad y escribió que quería morir en Viena. Libman no se atrevió a proponerle a tan ilustre enfermo ninguna terapéutica experimental. La familia Mahler se embarcó para Europa con Gustav muy debilitado. Los acompañó el joven compositor y pianista Ferruccio Brusoni, que los reconfortó con música durante el trayecto. Al llegar a París efectuaron una nueva consulta en Neully donde, en ausencia del afamado bacteriólogo Widal, fue su ayudante Chantemesse quien le efectuó nuevos hemocultivos que confirmaron la presencia del streptococcus. Alma escribe en sus memorias que se sintió horrorizada ante la excitación del bacteriólogo mostrándole con orgullo la presencia de las bacterias en el microscopio. Su esposa hizo venir a París a Chvostek, el más eminente clínico en Viena en esa época, quien decidió partir con el enfermo a la capital austríaca el 12 de mayo de 1911 en el Oriente Express. Pasó sus últimos días en el sanatorio Loewe de la ciudad antes citada, con síntomas de confusión, delirio, anorexia y desnutrición severa. Recibió digital, cafeína, oxígeno y finalmente falleció urémico y con un edema agudo de pulmón el 18 de mayo de 1911. Fue enterrado en el cementerio de Grinzing el 22 de mayo con una concurrencia masiva. Su certificado de defunción atribuye su fallecimiento a una endocarditis séptica. Con él se terminó la estirpe de grandes sinfonistas comenzada 200 años antes con Haydn.
Fuente: D Levi BMJ 1986;293:20-7.Gustav Mahler and Emanuel Libman: bacterial endocarditis in 1911.