Entrevista al Dr. Eduardo R. Perna
Dr. Eduardo R. Perna
Sub-Jefe Unidad de Cuidados Intensivos Coronarios.
División de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar, Instituto de Cardiología «Juana F. Cabral», Corrientes.
Seguramente, la mayoría de nuestros lectores deben haber escuchado alguna vez (en Congresos, en revistas científicas o comentarios de colegas) del grupo de trabajo de cardiología del Instituto Juana Cabral, en Corrientes. De la entrevista del Dr. Perna, uno de los artífices de este grupo de excelentes cardiólogos, podemos aprender que la excelencia puede alcanzarse en todos lados, aún cuando las condiciones iniciales no hayan sido las óptimas. El desafío está en buscarla, incansablemente.
Los invitamos a disfrutar sus reflexiones desde donde estén. Y a aprender de ellas…
Mi vocación por la medicina empezó alrededor de los 6 años, cuando mis padres me dieron una revista en la cual se describían los huesos del cuerpo. Y tengo muy marcado este hecho porque ha quedado registrado en uno de los albúmes familiares una imagen calcada de los huesos de la mano hecha por mí, con una descripción detallada de los nombres de cada hueso. Entiendo que en la época tecnológica actual, quizás mucho miembros de SAC Joven no conozcan muchas de las cosas que mencioné, pero esas eran herramientas de estudio y archivo de aquellos tiempos. Otra motivación surgió por el hecho de tener a mi hermana con una afección congénita que requirió multiples intervenciones y el contacto frecuente con hospitales y médicos.
Ahora, el tema de la especialidad es diferente. Originalmente mi idea era la neurología, dada la precisión diagnóstica a la que se puede arribar clínicamente, una obsesión personal permanente. Sin embargo, al cursar esta materia en la carrera, me dí cuenta que ese diagnóstico tan certero no era seguido de un tratamiento adecuado efectivo, por lo que luego de una gran lucha interna desistí de esta opción. Muy temprano en mi formación estudiantil cultivé un fanatismo por las guardias hospitalarias, y allí me cautivé por las emergencias. Y el paso siguiente fue elegir la cardiología que me podría permitir satisfacer mi deseo de lograr el diagnóstico correcto seguido de un tratamiento adecuado que impacte en prolongar la supervivencia de los pacientes.
Y estos dos conceptos han regido mi carrera profesional, con un pequeño agregado. Es decir la correcta interpretación diagnóstica de todos los datos que podemos obtener de un individuo derivarán en un tratamiento que permitirá prolongar su expectativa de vida. Pero el tiempo me ha enseñado que el tercer elemento a considerar es la calidad de vida como herramienta que permite valorar la duración de la misma.
Una de mis viejas frustraciones fue que no encontraba en mí, la capacidad para la investigación y la planificación y realización de trabajos científicos. Más aún, no había participado nunca en congresos de la especialidad hasta dos años después de terminada mi residencia. Sin embargo, algún día todo cambió y empecé a encontrar en la investigación una pasión. Y hoy en día yo considero que se convirtió en un hobby, del cual disfruto en mis tiempos libres.
Creo que una de las limitaciones en mis tiempos de formación en la residencia fue el hecho de no contar con referentes importantes de quien aprender, o a quien seguir para aprender. Sin embargo, he tenido el privilegio y el honor de compartir durante todo ese período con amigos muy inquietos, interesados en mejorar cada día nuestra capacidad científica y entrenamiento, por lo cual nuestra interacción y la falta de referentes nos llevo a crecer y a aprender la toma de decisiones buscando la mejor evidencia disponible por esos tiempos.
Creo que el mensaje para le gente joven es que este no es el método ideal para formarse. El aprender en soledad limita la posibilidad de reconocer los errores que se cometen, si no se posee un nivel de autocrítica suficiente. Y aquellos que tienen la oportunidad de hacer la residencia en centros con apoyo del staff, deben saber reconocer el valor de poder contar con una palabra experimentada en cualquier momento. Además, esta situación seguramente los estimulará en su carrera futura.
Creo que el mayor logro de mi carrera es el de lograr interactuar con muchos colegas y amigos a lo largo del camino, a través de trabajos conjuntos, participación en eventos científicos, y actividades profesionales, tanto en el país, como en el extranjero.
Como hecho relevante, podría mencionar la posibilidad de diseñar, ejecutar y publicar numerosos trabajos, no solo a nivel nacional, sino también internacional. Y entre ellos, nuestra contribución a reconocer el valor de los biomarcadores, especialmente la troponina cardíaca, en un área diferente a la de los síndromes coronarios agudos, como es la insuficiencia cardíaca. A tal punto fue el avance del conocimiento en este campo que hoy en día la troponina está recomendada como herramienta necesaria en la evaluación de estos pacientes.
Otro logro personal, quizás menos conocido, es que he podido trasladar todas la herramientas de investigación con rigor cardiológico a otras áreas, como la ginecología y obstetricia, lo cual nos ha dado muchas satisfacciones.
Hace algunos años, recibí uno de los reconocimientos que considero más importante, el del Consejo Nacional de Residentes de Cardiología, por el incondicional apoyo, docencia y participación.
Un hecho reciente, que me llenó de orgullo, ocurrió el año pasado y fue la posibilidad de presidir el Comité Científico del Congreso Nacional de Cardiología de la Federación Argentina de Cardiología. Para ese evento diseñamos un programa científico innovador que motivó algo de sumo valor personal: el reconocimiento de los pares.
Como médico del interior, sabiendo que he realizado mis estudios universitarios, residencia y desarrollo hasta hoy de mi actividad profesional en Corrientes, he tenido la oportunidad de interactuar con las dos grandes entidades científicas cardiológicas de nuestro país: FAC y SAC. Me siento afortunado por el hecho que a lo largo de estos años he mantenido una excelente relación profesional y, de mayor importancia para mí, de amistad con miembros de ambas sociedades. Por lo cual, sólo puedo agradecer a ambas por permitirme desarrollarme científicamente.
Como mencioné antes, mi participación en reuniones de la especialidad se vio demorada varios años. Pero todavía recuerdo que la primera vez que participé en un Congreso, en el cual debía presentar mi primer trabajo fue en un Congreso organizado por la SAC. Y se dio la circunstancia que era una presentación oral, para lo que no tenía ninguna experiencia, ni siquiera de haber visto alguna antes, ya que fui el primero en presentar en mi mesa, y hacía minutos que había llegado desde Corrientes. Para mi sorpresa, la experiencia fue fantástica, enriquecedora y favorecedora, y eso quizás marcó con buenas señas mis inicios.
Más allá de las opiniones de cada uno, yo pienso que las sociedades deben ser cada vez más científicas y menos políticas. Y hoy en día estamos asistiendo a una etapa única de actividades conjuntas entre SAC y FAC que remarcan el reconocimiento mutuo, y me siento privilegiado de estar involucrado en varias de ellas.
Si no fuese médico, no podría existir.
La residencia es una etapa ineludible en la formación de médico. Posee todos los ingredientes y diversidades para además hacerla inolvidable. Es importante reconocer que el orden natural es que el aprendiz aprende del educador, por lo tanto éste último es imprescindible, y cuanto más formado y más accesible sea, mayor es la posibilidad de crecimiento personal y científico. También debemos reconocer que el educado aprende cada día y se motiva gracias a sus residentes. Esta interacción es la base para lograr el principal objetivo de la atención médica: mejorar la salud de nuestros pacientes.
Esto remarca la necesidad que médicos con experiencia se involucren en la formación del residente, pero también que el residente sepa reconocer en sus educadores a un maestro.
Finalmente, en la cardiología, uno sabe donde comienza, es decir en la residencia, pero nunca sabe donde terminará. Por ello se debe aprender el máximo de todo y mantenr la mente abierta hacia las oportunidades que se presentarán en el futuro.
Finalmente, quiero agradecer a la gente de SAC Joven por invitarme a esta entrevista. Las reflexiones desde la experiencia nos hacen repasar lo vivido y nos demuestran que algunas cosas de las cosas que hacemos día a día pueden estar bien.