Entrevista al Dr. Jorge Belardi
Dr. Jorge Belardi | Director del departamento de Cardiología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires
Mi tío era el jefe de Clínica Médica del Hospital Fernández, conviví mucho tiempo con él y me gustaba ir a visitarlo al Hospital. Desde aquel momento, con apenas 10 años, se me metió en la cabeza que quería ser médico. Y si bien cuando uno es joven, puede tener dudas o cambiar de parecer, yo nunca me aparté de esa idea.
Decidí que iba a ser cardiólogo en el segundo año de la carrera mientras cursaba fisiología cardiovascular en la cátedra del Dr. Taquini. Fue una cursada excelente donde aprendí y, a la vez, la disfruté mucho.
Durante los últimos años de la carrera y ya teniendo en claro que quería hacer cardiología, soñaba con formarme y entrenarme en el mejor centro que hubiera en aquel momento.
Un familiar me consiguió una entrevista con el Dr. René Favaloro, quien recién había vuelto de Estados Unidos (1971) y estaba trabajando en el Sanatorio Güemes y, quien ante mi inquietud, me dijo que la Cleveland Clinic era “el lugar”. Pero primero debía rendir el examen de equivalencia y realizar medicina interna para luego comenzar cardiología. Y así lo hice.
Mi objetivo final no era quedarme en Estados Unidos, sino volver a la Argentina con el sueño de tratar de reproducir todo lo aprendido en el exterior en mi país.
Varios por suerte. Los Dres. William Proudfit, Mason Sones y Héctor Lardani.
El Dr. William Proudfit en ese entonces era el Jefe de Cardiología de la Cleveland Clinic, un eximio clínico, detallista al extremo que practicaba la medicina basada en la evidencia ya desde esos años donde, sin duda, era una rareza. Era todo dedicación para con los pacientes y máximo referente científico para toda la Cleveland Clinic. Aun hoy sigue vivo habiendo cumplido recientemente 100 años. De él aprendí la pasión por los detalles y lo importante del compromiso para con los pacientes. Lo recuerdo como la persona que encontró la forma de mezclar ciencia y arte en la práctica diaria.
Ya en cardiología invasiva, tuve el inmenso honor de ser Fellow del Dr. Mason Sones, trabajar y aprender con y de él.
Para el que no lo conoce, el Dr. Mason Sones fue el primero que realizó una cinecoronariografía. Mientras estaba realizando un aortograma, accidentalmente el catéter ingresó a la coronaria derecha e inyectó unos mililitros de contraste, y de esa forma descubrió que las arterias coronarias podían tolerar el contraste y que se obtenía información acerca del estado de las coronarias. Esto fue sin duda, el primer paso para el desarrollo de la cirugía de by pass y años después de la angioplastia coronaria. Él fue el que me enseñó a realizar cateterismos coronarios y el que me inculcó la pasión por la cardiología intervencionista.
Por último, pero no por eso menos importante, cuando comencé en la Cleveland Clinic conocí al Dr. Héctor Lardani, argentino, y quien en ese entonces era Staff del Servicio de Cardiología Invasiva.
Él me permitió participar en mis primeros trabajos de investigación relacionados con la función ventricular, cardiopatía hipertrófica obstructiva y prolapso de válvula mitral. Y desde aquel momento, nunca más me separé de él. A nuestra vuelta a la Argentina, nos unimos al grupo de la Academia Nacional de Medicina y fundamos el Centro Cardiovascular de Buenos Aires, lo que años después se convertiría en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires.
Gracias a ellos, mi formación fue más multidisciplinaria, era cardiólogo clínico, hacia cateterismos, ecocardiografía en modo M al principio y bidimensional después y además estudiábamos el has de his esto era así hasta que fue avanzando y las cosas se fueron especializado y limitándose o focalizándose más hacia lo que hoy es la Cardiología Intervencionista.
Podría destacar dos sin duda que han marcado mi vida profesional.
El primero fue haber realizado junto a la Dra. Liliana Grinfeld la primera angioplastia coronaria con balón en la Argentina en el año 1980.
Ya habiendo terminado el Fellow de cardiología invasiva tuve la oportunidad de asistir al congreso de la AHA en 1977 donde Sones me invitó a escuchar al Dr. Andreas Gruentzig quien presentó los resultados de sus primeras angioplastias con balón y luego a una reunión a puertas cerradas donde presencié la presentación de cada uno de estos pacientes y de la técnica que se utilizó en cada caso.
Desde aquel momento, solo pensaba en realizar mi primera angioplastia y me obsesioné con realizar esta práctica en mi país.
Pero no fue sencillo, en 1979 ya de nuevo en Argentina intenté hacer una angioplastia iliaca, sin éxito por cuestiones técnicas.
Después de ello, empezamos a trabajar con la Dra. Liliana Grinfeld; ella desde el Sanatorio Antártida y yo en la Fundación Pombo buscando pacientes para realizar nuestra primera angioplastia, la que logramos realizar con éxito en el Sanatorio Antártida en 1980. Obviamente, buscábamos obstrucciones sencillas y ya para finales de 1980 habíamos realizado siete angioplastias coronarias con balón y presentamos los resultados en el congreso de la SAC de 1980.
El segundo de ellos fue haber creado el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires. En el ICBA pude trasladar y aplicar todo lo aprendido en el exterior a nuestro país y conformar un grupo de profesionales que hacen que el ICBA ya tenga 36 años de vida.
Para ello, trabajé para lograr que el gap entre lo que se decía o hacía en Estados Unidos o Europa y lo que pasara en Argentina, en lo que respecta a las enfermedades cardiovasculares, fuera lo más chico posible. Y aún sigo trabajando, los que me conocen lo saben, incansablemente en esto.
Desde que volví a la Argentina una de las primeras cosas que aprendí de la gente con la que trabajaba fue el significado de la SAC. En ese entonces compartía mis días con el Dr. Albertal quien había sido presidente de la SAC años antes y con el Dr. Cuesta Silva que había sido electo presidente en ese año.
Desde ese momento siempre entendí a la SAC como el principal referente científico. Durante mi vida cardiológica tuve la oportunidad de trabajar en distintas áreas de la SAC: formar parte de la mesa directiva, ser director del Consejo de Hemodinamia, coordinador de comité científico, tareas que siempre me mantuvieron unido a la SAC. Fue entonces el espacio de interacción con otros profesionales fuera del lugar de trabajo. Y finalmente haber sido presidente de la SAC fue un gran orgullo y una gran responsabilidad y, a la vez, un gran desafío personal sobre todo porque tuve que dejar de pensar en milímetros como lo hago diariamente con las angioplastias coronarias a pensar en macro sobre la salud cardiovascular en la República Argentina.
Como comenté previamente desde los 10 años de edad quise ser médico. No imaginaba ser otra cosa. Pero de haber elegido otra cosa tal vez hubiera sido piloto de carrera de autos.
Que vivan con inquietud permanente.
Que entiendan que la medicina es un servicio, y que hay que estar al servicio del paciente. Y que con un mayor nivel de conocimiento y formación, mayor tranquilidad cuando uno ejerce esta profesión.
Que entiendan que la medicina es un compromiso para toda la vida, y por ello hay que hacerlo con pasión y convencimiento. Pero por sobre todas las cosas, que sean consecuentes con lo que quieran y que trabajen mucho para lograrlo.