Entrevista al Dr. Juan Krauss
Dr. Juan Krauss | Ex Presidente SAC
Jefe de Cardiología Ambulatoria Hospital Italiano de Buenos Aires
Secretario General del Congreso Mundial de Cardiología 2008
Vengo de una familia de médicos: mi padre era médico, mis tíos eran médicos, mis primos mayores también lo eran. Mi padre bromeaba con que teníamos un perro que también era médico. Hasta tercer año del colegio secundario no tenía claro qué iba a estudiar, pero hacia el final del secundario empecé sentir que yo también quería ser parte de ese mundo profesional. Así fue que mientras estaba cursando quinto año, comencé a hacer el curso de ingreso a la facultad de medicina ganando así un año.
Siempre quise cuidar que este antecedente médico no condicione a mis hijos en su elección de vida, ya que inevitablemente el ambiente influye en eso y es fundamental elegir el camino a seguir, libre de presiones. Así es que, de mis 5 hijos sólo uno es médico (más precisamente, médica). Yo disfruté mucho la elección y la vida en la medicina, pero siempre sentí que por mi historia familiar estaba predestinado a ser médico y tal vez eso bloqueó la posibilidad de otra elección.
Con respecto a lo que yo imaginaba que quería hacer dentro de la medicina, fui alumno de la última camada que cursó en el viejo Hospital de Clínicas (1879-1975). Eso me marcó, ya que ahí en la Sala IV, décadas atrás nació la cardiología argentina.
Me apasiona la historia, y allí la historia estaba viva, nos relataban la descripción de los “cardíacos negros” por parte del Dr. Abel Ayerza quien en una clase magistral el 20 de agosto de 1901 hace esta presentación, logrando por primera vez un reconocimiento internacional para la Cardiología Argentina. Estudiábamos con los libros de Pedro Cossio y Tiburcio Padilla, y en esa época se encontró accidentalmente un rollo de película, que al restaurarlo mostraba al Dr. Ignacio Pirovano operando en los primeros años del Siglo XX. Ese hallazgo me conmovió profundamente. En la Sala IV, en 1945 nacieron las residencias medicas de la Argentina. Nos trasmitían una mística por el estudio y la práctica médica.
El Dr. Fortunato Etala (ex presidente SAC); fue mi inolvidable instructor en la sala, a la cabecera del paciente. Ahí me enamore de la cardiología. Así fue que terminé el cuarto año de la carrera decidido a ser cardiólogo.
Varios de los que mencioné influyeron en mis ideales profesionales, algunos de ellos en mi formación de pregrado. En el periodo de pos grado tendría que mencionar a muchos y podría pecar de injusto, por lo que prefiero agradecer a una institución: al Hospital Italiano de Buenos Aires y desde ya al Instituto de Medicina Cardiovascular, donde efectúe toda mi carrera.
Fui la primera camada de residentes del Hospital Italiano que rotó por recuperación de cirugía cardiovascular. Me apasionó. Fui jefe de residentes a los 28 años y a los 32 años tuve la oportunidad de seguir trabajando junto con los cirujanos en la recuperación cardiovascular y en el quirófano. Al principio me encontré con un mundo diferente, estudié mucho y gracias a los Dres. Domingo Liotta y José Navia que me abrieron puertas en EE.UU pude ir a estudiar más sobre ese aspecto de la cardiología. Me enorgullece haber podido ser uno de los que desarrollaron en Argentina la recuperación cardiovascular como una sub-especialidad de la cardiología.
Luego de afirmarme en la recuperación cardíaca de las cirugías, pude participar y trasladar la “cultura hemodinámica” y los conocimientos de la fisiología cardiovascular a los primeros trasplantes hepáticos realizados por el Dr. Eduardo De Santibañes en el Hospital Italiano. Así estudiamos inicialmente la hemodinámica en trasplantes hepáticos en cerdos, y realizamos trabajos muy importantes luego publicados en Europa. Esto me permitió tener un rol activo en la recuperación de los trasplantados hepáticos, cuya fisiología cardiovascular es parecida a los post-operados cardíacos. Posteriormente me convocaron para participar de los trasplantes pulmonares y cardiopulmonares. Ahí fue que viajamos sucesivamente a Gran Bretaña para capacitarnos en dichas cirugías. Estuvimos trabajando junto a equipos médicos de elite en Hardfield y Cambridge, y gracias a la base de conocimiento que había logrado aquí en esos años de recuperación cardiovascular pude profundizar la experiencia. Estos viajes fueron mi luna de miel con la cardiología.
En resumen considero que mis logros médicos más importantes fueron: haber colaborado al desarrollo de la recuperación cardiovascular y que la misma en la Argentina sea manejada casi exclusivamente por cardiólogos, haber tenido un rol en el comienzo de los trasplantes hepáticos, cardiacos, pulmonares y cardiopulmonares, y en forma paralela en distintas formas de asistencia circulatoria mecánica, llegando a la colocación de los únicos corazones artificiales totales del hemisferio sur. Con respecto a la SAC haber colaborado en difundir la docencia por todo el territorio Argentino y claro está, haber podido presidirla.
Fue fundamental, por lo que aprendí junto a otros colegas. Pero no solo aprendí de cardiología. Hoy muchos de esos colegas son entrañables amigos, que en ese entonces trabajaban en otros centros y no los hubiera conocido de no ser por la sociedad que nos unía. La SAC me dio esa oportunidad. Tuvimos la posibilidad de organizar los diferentes distritos para colaborar y trasmitir los conocimientos actualizados a todo el país.
Finalmente haber sido nombrado presidente de la SAC significó para mí, un gran orgullo y satisfacción. Poder compartir de esa manera todos los proyectos profesionales (como por ejemplo la realización del segundo mundial (muy discutido en ese entonces) y estar rodeado de tantos profesionales de jerarquía, tanta gente inteligente y amiga.
Voy a contar un pequeño cuento: Dos embajadores del siglo XIX, uno ingles y otro francés están charlando en una recepción. El francés dice. “Si no hubiese sido embajador francés, me hubiera gustado ser embajador ingles”. El interlocutor contesta: “Si no hubiera sido embajador inglés, me hubiera pasado la vida queriendo ser embajador inglés”.
Con esto me quiero referir a que a esta altura de mi vida no puedo imaginar qué otra cosa hubiera sido, ya que desde los 17 años que entré en la facultad siempre fui parte de la medicina. Eso sí, podría fantasear, y creo que en esa fantasía hubiese sido marino. Si bien no tengo velero, ni barco, eso es algo que siempre me llamó la atención.
Creo que uno tiene que mantener un rumbo y sugiero que nunca se salgan de la práctica honesta, supongo que esto pasa en todas las profesiones. Siempre hay tentaciones, de seguir caminos fáciles. Si en algún momento se aburren o se desmotivan, dejen de trabajar de médicos, ya que esta profesión no se puede hacer a disgusto, no se puede ser médico sin ganas. Esto, es malo para uno y para sus pacientes.