Entrevista a la Dra. Liliana R. Grinfeld
Dra. Liliana R. Grinfeld | Jefa del Servicio de Hemodinamia e Intervencionismo Cardiovascular Clínica San Camilo | Presidente SAC 1992
En realidad decir por qué estudié medicina es bastante fácil. En principio, en mi época, hace unos cuantos años, terminé mis estudios secundarios a una edad muy temprana porque di un año libre, con lo cual era muy joven cuando entré a la Facultad. Mi padre era médico y yo lo admiraba. No sólo lo admiraba a él, sino que también admiraba su trabajo, cómo él ayudaba a la gente. Lo acompañaba en la consulta y lo que hacía me parecía realmente algo fascinante. Sin embargo, mi padre y mucha gente me desanimaron. Me decían “esto no es para la mujer”, “la mujer que quiere tener una familia muy difícilmente pueda hacer medicina”. Entonces, empecé a estudiar Letras y la verdad es que me gustó mucho y lo hice con empeño y dedicación. Completé todo el primer año de la carrera de Letras.
Pero quiero confesarles que durante ese año también me inscribí en Medicina y cursé el primer año e hice las dos carreras a la vez. Esto lo logré con el apoyo fundamental de mi mamá. Recuerdo perfectamente las materias del primer año de Letras, aprendí griego y latín. ¡Y lo disfruté! Pero cuando llegó la época de rendir finales, me decidí por rendir los de Medicina y seguir adelante con mi pasión de lleno, dejando atrás el latín y el griego.
Mis objetivos eran claros: poder hacer cardiología intervencionista en el mejor lugar que existía para formarse en ese momento. Por ese entonces había un montón de cirujanos cardiovasculares en formación. Yo en ese momento me puse a estudiar la técnica de cateterismo cardíaco. En aquel momento en la Argentina lo realizaban los Dres. Lardani y Bolaños en la Universidad de La Plata y me pareció lindísimo lo que hacían. Fue así que averigüé dónde podía aprender y formarme en dicha técnica. Y la respuesta fue: “en la Cleveland Clinic”. Y allí fui, pero no fue fácil. Antes de recibirme de médica rendí el examen (que era larguísimo, ¡de dos días!) para acceder a la residencia. Logré así acceder a la residencia de Cardiología, que era el requisito de la Cleveland Clinic para realizar luego intervencionismo. Entonces, hice cardiología primero, y luego Hemodinamia. Recordemos que en esa época lo único que se hacía eran estudios diagnósticos. Favaloro recién había iniciado el by-pass coronario en el año ´68. Yo llegué a la Cleveland Clinic entre los años ´69 y ´71, en pleno auge de desarrollo del by-pass coronario. Luego volví a la Argentina y retorné a Cleveland por seis meses más para formarme en función ventricular. A mí me apasionaba la fisiopatología cardiovascular. Entonces me puse a trabajar con el grupo del Dr. Ferrario que desarrollaban este campo y empecé a trabajar en función ventricular. También realizábamos recuperación cardiovascular. En ese momento realizábamos guardia continua desde el sábado a la mañana hasta el lunes a la noche. Sin embargo, considero que dicha época si bien fue intensa, está dentro de las más felices de mi vida. Mi entusiasmo en este campo se esfumó el día que apareció la angioplastia.
La figura de mi padre fue muy importante en mi carrera. Mi papá era cirujano vascular y ansiaba desarrollar un Servicio de Cirugía Cardiovascular en el país. En ese momento, en Cleveland se encontraba Favaloro, también platense y conocido de mi padre. Él fue una figura muy importante en mi carrera, pero era cirujano al igual que mi padre.
Mis mentores en cardiología intervencionista fueron Broadfit, con quien hice cardiología clínica. Él fue quizás el más tranquilo y filosófico de todos mis mentores. Era también muy sarcástico y siempre se reía de los cirujanos, aunque en realidad amaba a Favaloro y lo admiraba profundamente. Por ese entonces, también Braunwald venía a la Cleveland Clinic y yo tenía la oportunidad de charlar con él y aprender sobre fisiopatología cardiovascular. También fue un gran referente Mason Sones de la Cleveland Clinic, quien descubrió la coronariografía. Aprendí con él durante años. Él era un genio de la imagen. Nunca se conformaba con lo que había, siempre quería mejorar. Él diseñó personalmente todos los primeros equipos de hemodinamia, el arco en C, las camillas flotantes. Y trabajaba permanente con ingenieros para obtener mejores imágenes.
Después tuve la oportunidad de trabajar en Suiza con Grüntzig, perfeccionando la técnica de angioplastia. Luego, cuando él se mudó a Emory, yo iba allí todos los años a trabajar con él, donde me permitía entrar a la sala y ayudarlo, lo cual significaba un aprendizaje muy importante.
Todos ellos eran profesionales brillantes, pero muy duros y exigentes.
Sin dudas, sobrevivir en la cardiología intervencionista -dice riéndose-. Aunque no es fácil para nadie, para las mujeres es más difícil de entrada, porque la cardiología intervencionista era -y es aún hoy- un área muy masculina. Cuando yo me inicié no había prácticamente mujeres en mi área. Yo fui una de las primeras que trabajó en esto. Y creo que de los logros más importantes es haber ayudado a desarrollar en la Argentina numerosos servicios de Hemodinamia, tratando de mantener la calidad, reinvirtiendo en equipamiento y tecnología, para mantenerse actualizado, y realizando los mejores procedimientos posibles. Asimismo, es importante mantenerse conectado con la evidencia. Mi esfuerzo siempre ha sido que el servicio sea de alta calidad médica, no por elitismo, sino porque la alta calidad médica, la alta calidad de imagen y el mantenerse permanentemente actualizado, en contacto con la evidencia, lleva a ofrecer la mejor atención posible al paciente, beneficiándolo. A su vez, hace progresar la Medicina.
Quizás esa sea la característica más resaltante de mi carrera, lograr que cada servicio que desarrollé fuera de primera línea.
Otro aspecto que siempre me gustó fue trabajar en lo académico y nunca dejarlo de lado. En Argentina, eso significó trabajar activamente en la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y en el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI).
Como ustedes saben, yo fui la primera mujer presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y para mí siempre fue un gran objetivo tratar de colaborar en mantener la SAC actualizada, con calidad académica y atraer a la gente joven. De hecho, lo sigo haciendo al día de hoy. Siempre trato de inculcar a la gente joven que trabaja conmigo que lo académico siempre les va a dar grandes satisfacciones. Y aparte van a sentir que están colaborando con el progreso de la Medicina. Esto no se obtiene si se dedican solamente a la medicina asistencial. Es muy valioso darle a la especialidad el tiempo intelectual y enseñar a colegas.
Yo sé que la situación económica en el país está cada vez más difícil y que muchas veces esto implique sacrificar horas de descanso, horas de familia. Pero uno tiene que saber balancear eso y cada cual lo hará como pueda.
Yo creo que le dediqué a la medicina mucho tiempo. ¿Demasiado? No lo sé. Estoy muy satisfecha con lo que hice. Miro hacia atrás y veo a mis dos hijos relativamente bien, tengo una hermosa familia, tengo tres hijos más que me dio la vida, ya que ayudé a mi esposo que era viudo a criar sus tres hijos. Así que hemos criado a cinco chicos y todos están bien, todos son profesionales, tenemos un pintor, artista, lo cual es muy lindo en una familia. Hemos sabido balancear.
Arquitecta, sin ninguna duda. De joven, en su momento tuve un “intríngulis” entre la Arquitectura y la Medicina. Tenía un primo que estudiaba Arquitectura y yo lo ayudaba mucho con las entregas. Antes se hacían entregas que eran frisos, maquetas y en los últimos 3-4 días se esmeraban mucho en terminar el trabajo. Realmente me gustaba mucho.
Otra cosa que me hubiese gustado, es tener una librería. Me encantaba la idea, porque me da la sensación que uno se relaciona con gente muy inteligente en las librerías. Con mi esposo, Norberto, íbamos los fines de semana a la Calle Corrientes, a ver algún un espectáculo, pero siempre antes o después el paseo obligado era ir a una librería y comprar algún libro. Y así nos hemos amigado con García Márquez, con Saramago, con la literatura latinoamericana, que es la que más hemos leído. Y siempre veía en los libreros que saben de todo. A mí el conocimiento siempre me subyugó, saber mucho siempre me pareció algo bueno. Más de grande me hubiera gustado tener un restaurante.
Nota del Editor: Si Liliana hubiera tenido una librería, ¡de lo que nos hubiéramos perdido en la cardiología!, ¿no?
Que persigan las necesidades de su época. El mundo es muy cambiante, no creo que sea lo mismo la Medicina ahora que lo que fue para mí. Yo no puedo aconsejar mucho cuál va a ser el futuro de ustedes. Tu juventud no es lo mismo que mi juventud.
Por más que yo siempre estoy rodeada de gente joven, residentes y médicos staff jóvenes con quien siempre me he divertido una barbaridad, mis consejos van a ser clásicos. Hay que estudiar mucho en Medicina. Porque el progreso de la Medicina es enorme, entonces para poder ser un buen médico, hay que leer mucho. Si uno lee mucho y trabaja, hace práctica, con esas dos cosas alcanza para ser un buen médico asistencial. Ahora, si uno quiere hacer cosas académicas y docencia, ahí tiene que dedicarle un tiempo especial.
Si uno quiere ser feliz en Medicina, debe dedicarse mucho y estudiar. Si uno quiere ser millonario, es otra cosa, dedíquense a otra cosa, a los negocios.
Pero siempre lo básico es estudiar mucho y trabajar lo más que se pueda.
Y después mi consejo es que lo académico, hoy en día, creo que pasa por las sociedades científicas. A lo mejor, ustedes piensan que pasa por internet, por la web. Pero hoy todavía los congresos siguen siendo presenciales, aunque se pueda leer todo al día siguiente. Sin embargo, la experiencia face to face con quien presenta un trabajo o una experiencia no es lo mismo que leerla luego.
Su generación verá cómo puede, en lo académico, ayudar al progreso de la Medicina, que es muy lindo, y cada cual poner su granito de arena. Algún genio hace algo distinto, como Sones, Grüntzig, Favaloro, Palmaz, en fin. Pero toda esa gente se nutre de los pequeños granitos de arena que ponemos todos. No les sale por generación espontánea. Leen mucho y ellos logran, con su genialidad, unir todo ese pensamiento y esos granitos de arena ayudan a lograr esos descubrimientos y poder ser felices en Medicina.